El drama de no ser creíbles


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“De esta crisis de valores no se libra ni la propia institución, a la que la sociedad, en porcentaje nada desdeñable, ve con desconfianza por sus propias incoherencias…”.

Amargo despertar el de nuestra sociedad, tantos años acostándose autosatisfecha, sin aceptar consejos de nadie, para levantarse ahora abatida por los síntomas de una crisis de valores de la cual le cuelga esta ristra de casos de corrupción que está siendo la comidilla mundial.

Sí, sí, increíble, pero el 70% de los españoles cree que el espectáculo que estamos dando se debe a una falta de “valores morales y cívicos”. Si hace un par de años alguien hubiese usado en la prensa la expresión “valores morales”, enseguida le hubiesen acusado de ir a misa o algo peor.

Pero la Iglesia tenía razón. Y mira que lo ha repetido veces. Esta crisis –ha dicho desde el Papa hasta la catequista de la parroquia más remota– no solo afecta al bolsillo, sino que tiene que ver con aquellas otras moneditas del alma que se han ido perdiendo por el camino por no darlas al prójimo. Es una crisis fundamentada en el individualismo, instancia ante la que se sacrifican nociones como justicia, equidad o solidaridad, y se consagra el sálvese quien pueda.

Sí, la Iglesia lo ha repetido hasta la saciedad, pero casi nadie la ha escuchado. Es este uno de sus grandes dramas: lo que dice suena bien, pero, como a los políticos honrados, ya casi nadie la cree.

Una contradicción que apunta también a que de esta crisis de valores no se libra ni la propia institución, a la que la sociedad, en porcentaje nada desdeñable, ve con desconfianza por sus propias incoherencias. ¿Cómo podemos denunciar la corrupción si algo huele a podrido en las finanzas vaticanas, a pesar de los esfuerzos que, dicen, se hace por la transparencia? ¿Cómo podemos exigir más humanidad en nuestra sociedad cuando se conoce que grandes figuras eclesiásticas no fueron todo lo celosas que debían en el cuidado de los menores que sufrieron abusos sexuales?

El cercano tiempo de Cuaresma señala a nuestra sociedad el camino para iniciar su siempre necesaria purificación. No será tarea fácil. Para la Iglesia, la meta la ha marcado ya el Papa: “No se trata aquí de encontrar una nueva táctica para relanzar la Iglesia. Se trata más bien de dejar todo lo que es mera táctica y buscar la plena sinceridad”.

En el nº 2.835 de Vida Nueva.