Desvelos de cardenal


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Saben que con este cónclave se está jugando gran parte de la credibilidad futura de la Iglesia en un mundo que busca dioses en otras instancias…”.

Los cardenales que participan en un cónclave han de guardar secreto sobre las deliberaciones que se producen mientras están “bajo llave” en la Capilla Sixtina. Pero no creo que nadie pueda reprochar nada a nuestro cardenal Amigo por haber desvelado cómo temblaba cada vez que depositaba la papeleta con el nombre de su candidato en las sesiones del de 2005. Se entiende la responsabilidad.

El próximo cónclave tiene unas características muy especiales, como especiales se antoja que habrán de ser las deliberaciones sobre quién ha de sustituir a un Papa que vive a tiro de piedra. Un cardenal español reconocía haber estado dos días noqueado por la noticia de la renuncia de Benedicto XVI. La mayoría también reconoce haber saludado la íntima decisión del todavía papa como un gesto de grandeza, libertad evangélica, humildad y preclara inteligencia.

Así pues, parece previsible que los efectos espirituales de la carga de profundidad detonada por Joseph Ratzinger durarán hasta esos días del cónclave. Pero, ¿se mantendrán tras el extra omnes? ¿Se dejarán interpelar los 117 electores por el gesto de un pontífice que se reconoce exhausto y que les ha dicho, además, que la Iglesia es de Cristo, no de Pedro? ¿Cómo se afronta el gobierno de una milenaria institución que aún comunica sus grandes decisiones con humo después de que su máxima autoridad haya dado una inequívoca señal de que han llegado los tiempos para la renovación? ¿Hablarán los que consideran que el Papa ha ido demasiado lejos, como también lo pensaron algunos cuando Juan XXIII convocó, contra todo pronóstico, un concilio igualmente histórico?

Imagino más pesada de lo normal la carga de responsabilidad de los cardenales en este cónclave. Les auguro desvelos y temblores de rodillas. El mundo les observa como pocas veces antes. Una expectación que tampoco es normal, como muestra el eco mediático. Pero es que no se trata de una mera sustitución de un hombre por otro que ha fallecido. Saben que con este cónclave se está jugando gran parte de la credibilidad futura de la Iglesia en un mundo que busca dioses en otras instancias, pero también donde el gesto papal ha encandilado a creyentes y a quienes no tienen fe. Y esperan a un sucesor consecuente. Aunque solo sea para ver que la película tiene un final feliz.

En el nº 2.836 de Vida Nueva.

ESPECIAL BENEDICTO XVI RENUNCIA