MARÍA SOLEDAD GALERÓN, superiora general de las Misioneras Claretianas y vicepresidenta de la UISG | Benedicto XVI demostró con hechos y palabras gran aprecio por la Vida Consagrada (VC). Con los ejecutivos de la Unión de Superiores Generales (USG) y la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) tuvo momentos “de encuentro y comunión profunda”. Expresó “alegría de encontrarme con vosotros” y “viva gratitud a todos los religiosos… testigos del amor de Cristo, que actúan en las fronteras de la evangelización”.
Se centraba en lo esencial, en la raíz, sentido y ser de nuestra vocación y presencia en la Iglesia. “La VC tiene su origen en el Señor: Él la quiere, para la edificación y la santidad de su Iglesia”. “Vuestra vocación”, recordaba, es “buscar a Dios, en los hermanos, en los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a los que sois enviados para ofrecerles el don del Evangelio. Particularmente, en los pobres, primeros destinatarios de la Buena Noticia. ¡Sed siempre buscadores y testigos apasionados de Dios!”.
Aseguró que la renovación de la VC
“parte de la centralidad de la Palabra de Dios,
más concretamente del Evangelio…
Esto necesita la sociedad actual, esto espera de vosotros la Iglesia:
ser Evangelio vivo”.
Aseguró que la renovación de la VC “parte de la centralidad de la Palabra de Dios, más concretamente del Evangelio… Esto necesita la sociedad actual, esto espera de vosotros la Iglesia: ser Evangelio vivo”. Resaltó que “la misión es el modo de ser… y parte de vuestra identidad; os impulsa a llevar el Evangelio sin fronteras, sostenidos por una fuerte experiencia de Dios y por la vida fraterna en comunidad”. Subrayó así la fraternidad como “elemento profético que ofrecéis en una sociedad fuertemente individualista”.
Le preocupaba la influencia de la cultura secularizada “en la mente y en el corazón de no pocos consagrados”. Proponía un buen discernimiento para no correr el “riesgo de acomodarse a los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo, el materialismo; criterios por los que la fraternidad viene a menos y la misma VC pierde atractivo y garra”.
Últimas invitaciones: volver al “primer amor”, para lo cual “dejad todo para estar con Él al servicio de Dios y de los hermanos”; reconocer “la sabiduría de la debilidad”, pues ahí “estamos llamados a vivir la conformación a Cristo… En la sociedad de la eficiencia y del éxito, vuestra vida, marcada por la ‘minoría’ y por la debilidad de los pequeños, por la empatía con aquellos que no tienen voz, se convierte en un signo evangélico de contradicción”; la “búsqueda de un Rostro que sea el aliento constante de vuestro corazón, el criterio fundamental que orienta vuestro camino”.
Y finalmente: “No os unáis a los profetas de la desventura que proclaman el fin o la sinrazón de la Vida Consagrada en la Iglesia de nuestros días; revestíos de Jesucristo y velar siempre en la fidelidad a Él”. Ahora sus palabras resuenan como un testamento.
En el nº 2.838 de Vida Nueva.
