La simbiosis del teólogo y el pastor

papa Benedicto XVI firma en un libro

papa Benedicto XVI firma en un libro

AGUSTÍ CORTÉS SORIANO, obispo de Sant Feliu de Llobregat | Necesitaría más perspectiva para valorar el pontificado de Benedicto XVI. Pero sí podemos subrayar un aspecto de su ministerio en la Sede de Pedro, partiendo de lo que para mí ha significado.

Habrá quien haga balance de su pontificado solo en el ámbito intelectual o doctrinal. Otros, preferentemente, en el terreno de su gestión pastoral. Considero que una de las claves de su ministerio estriba en la relación de ambas facetas. Muchos de los que disfrutábamos de su teología, cuando en el año 2005 fue nombrado papa, nos preguntábamos si su cambio de rol significaría una variación en nuestra valoración de su persona, más allá de la obediencia y el respeto que se le debía en tanto que sucesor de Pedro.

Sinceramente, creo que nuestra admiración y afecto han crecido en intensidad y profundidad. Su acceso al papado significó para él dar una prioridad absoluta al ministerio que se le encomendaba. Pero él continuaba siendo auténtico teólogo. Solo que esta condición de teólogo sería colocada al servicio de aquella misión. Y esta simbiosis o integración, realizada así, a mi entender, es uno de los grandes valores de su ministerio.

Esto fue posible, fundamentalmente, por su modo de hacer teología. Señalo tres características de su estilo teológico, que “fecundaban”, por así decirlo, su tarea pastoral: su alimento de la más pura Tradición; su diálogo con la cultura moderna; y su contacto directo, experiencial, con el misterio, sin dejar de atender las cuestiones del momento presente.

Su convicción profunda del vínculo existente
entre el pensamiento, la razón y la Verdad
le ha permitido discernir la situación concreta del hombre actual
y la respuesta que necesita desde Dios.

Como él alguna vez ha confesado, no construyó un sistema teológico propiamente dicho: siempre trató de responder a los variados problemas y desafíos concretos del mundo y de la Iglesia. Su convicción profunda del vínculo existente entre el pensamiento, la razón y la Verdad –no solo sobre Dios, sino también sobre el hombre– le ha permitido discernir la situación concreta del hombre actual y la respuesta que necesita desde Dios.

El resultado, como aportación al balance de su pontificado, ha sido una figura semejante a los grandes Santos Padres, obispos o papas, que él tanto admira y cuyo testimonio ilumina tanto la doctrina como la vida de pastor.

Siempre significó para muchos un referente como teólogo, una fuente clara, profunda y útil de pensamiento. Su teología siempre resultó iluminadora para la vida espiritual y pastoral. Esta era la valoración que hacíamos de él. Aunque ya desde 1977 asumió la carga de arzobispo de Múnich y Freising y, posteriormente, la de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que de él nos llegaba afectaba, sobre todo, al ámbito intelectual y doctrinal.

En el nº 2.838 de Vida Nueva.

 

NÚMERO ESPECIAL VIDA NUEVA: BALANCE DE UN PONTIFICADO

 

ESPECIAL WEB: BENEDICTO XVI RENUNCIA

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