Viejo problema
“Querríamos avanzar un poco más y hacer caer en la cuenta a la opinión pública y ‘a quien corresponda’, que mientras todo dependa de acuerdos escritos y protocolos diplomáticos nada se arreglará de verdad. Las relaciones Iglesia-Estado no pueden ser, ni en el peor de los casos, algo ‘político’ al nivel de la relación con ‘potencias extranjeras’. Una Iglesia que, más o menos cautamente, haya de ser reconocida como ‘potencia extranjera’, no será nunca la ‘Iglesia de Jesús’, que no quiere ser ‘potencia’ ni ‘extranjera'”.
En el nº 2.645 de Vida Nueva.