La Iglesia y la des-campaña de la Renta


Compartir

José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Quien no quiere abrir los ojos nunca podrá ver la labor que está realizando la Iglesia en España, y más en estos tiempos…”.

La Iglesia no recibe a través del Estado ni un solo euro que los españoles no quieren que reciba. Quiere esto decir que, con la campaña anual de la declaración de la renta, la Iglesia recibe lo que quienes marcaron la equis en la casilla correspondiente han querido otorgarle. Ni más ni menos, aunque ahora menos, porque la crisis aprieta los bolsillos y ya son muchos los que no tienen que hacerla porque sus exiguas rentas les eximen de ello.

En todo caso, el proceso para que la Iglesia perciba ese dinero es mucho más exigente que el que hay para otras instituciones sociales, que reciben sus fondos públicos por obra de la graciosa voluntad política del momento. Tal y como está el patio, imagino a partidos políticos, sindicatos o a la Casa Real (por citar a instituciones que, lo siento, pero aún me merecen consideración) sometiendo su financiación al plebiscito popular… Me viene a la mente una gráfica imagen de un tal Bárcenas cuyo dedo nos señalaría no el camino, sino la respuesta…

Pero este debate, además de cansino, está viciado de raíz por mil prejuicios. A estas alturas del año, cuando el personal se sacude la pereza y acomete su declaración, junto con la publicidad pagada que la Conferencia Episcopal concede a algunos medios de comunicación para concienciar de la necesidad de marcar “su” equis, se encuentra en algunos de ellos con otra publicidad impagable para los que temen salir del cómodo mundo de los estereotipos.

Así, proliferan informaciones sobre el poderío inmobiliario de la Iglesia gracias a las inmatriculaciones (algunos preferirían devolver la mezquita catedral de Córdoba a algún descendiente de Abderramán, dejando sin derechos sucesorios a los visigodos, pongamos por caso), lo que, tal y como está la sensibilidad hipotecaria, es como mandar al ministro Margallo de visita a Venezuela.

Quien no quiere abrir los ojos nunca podrá ver la labor que está realizando la Iglesia en España, y más en estos tiempos. Dicho esto, la Iglesia también puede esforzarse no solo en ser honrada, sino en parecerlo. Es esa coherencia a la que nos invita Francisco. Por si alguno abre un ojo en ese momento y se le cae un estereotipo.

En el nº 2.847 de Vida Nueva.