FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural
“La tarea del docente es insustituible, porque sin compartir el saber, el género humano no hubiera alcanzado las cotas de desarrollo de las que goza hoy…”.
Creo que en la actualidad san Agustín lo tendría muy difícil para poder escribir una de sus obras: De magistro. En ella expresa su visión sobre la didáctica, el aprendizaje y el papel del docente en la transmisión del saber.
Y la dificultad vendría hoy porque la misión del docente, en muchas ocasiones, sufre menoscabo por varios motivos, entre los que podemos citar la pérdida de autoridad y la absolutización de los medios audiovisuales e informáticos…
La tarea del docente es insustituible, porque sin compartir el saber, el género humano no hubiera alcanzado las cotas de desarrollo de las que goza hoy. En el diálogo escolar de tú a tú, de profesor a alumno, la relación personal es insustituible, como se encarga de demostrar ampliamente la historia.
A pesar de la universalización de la educación, hoy en día, en diversos países europeos, ante el evidente deterioro de la enseñanza, se habla con frecuencia de “emergencia educativa”. Creo que esa realidad, a la que el sustantivo “emergencia” define atinadamente, debe empezar por el reconocimiento del papel insustituible del maestro, la potenciación del respeto a su función docente, el reconocimiento positivo de su autoridad en las aulas y una generosa valoración de su trabajo, en tantas ocasiones tan poco reconocido, y lo que es peor, ni siquiera agradecido.
Solo así, hoy se podrá volver a escribir un nuevo De magistro, es decir, una obra a la que titular con la mejor denominación que se puede aplicar a quien enseña: maestro.
En el nº 2.848 de Vida Nueva.