(Juan Rubio– Director de Vida Nueva).
La manía que les ha entrado a éstos que nos gobiernan con arrancar la cruz raya el grado de obsesión permitido. No se detienen ni a las puertas del sentido común. La cruzada está en marcha. Será una acción lenta, sin prisa, suave y desde abajo; usando todas las terminales mediáticas posibles. Se empeñaron y no pararán hasta lograrlo. Dicen que la nueva Ley de Libertad Religiosa no echará más leña al fuego y que saldrá muy edulcorada. No deja de ser un cambio de ritmo, que acelerarán cuando desde Europa manden arrancar las cruces de los muros de donde cuelgan. Le echarán la culpa al Parlamento Europeo. Son los tiempos de la política, tan ladinos, tan falsos, tan poco serios. Recomiendo a Zapatero, mientras viaja a los Estados Unidos para ese rezo matutino junto a Obama, que medite estas palabras de Unamuno: “La presencia del crucifijo en las escuelas no ofende a ningún sentimiento, ni aún al de los racionalistas y ateos; ofende al sentimiento popular, hasta el de los que carecen de creencias confesionales. ¿Qué se va a poner en donde estaba el tradicional Cristo agonizante? ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? ¿O qué otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro y de ello tendremos que ocuparnos: la campaña es de origen confesional. Claro que de confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de la neutralidad es una engañifa”. El emblema ya cuelga rampante en muchos de los escaparates que el poder usa a su antojo en los pueblos, en las radios, en la prensa, en la televisión y allá a donde llega su omnímodo poder de puño y rosa.
Publicado en el nº 2.692 de Vida Nueva (del 23 al 29 de enero de 2010).