¿Qué leer, decir o pensar?

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

Recientemente me decía un amigo, no precisamente heterodoxo: “Estamos volviéndonos locos. Hay errores de los que la Iglesia tardará en recuperarse un siglo”. Es persona de la plena confianza de muchos obispos. Nadie se atrevería a tacharlo de “cretino”. Está en la línea oficial. Me decía que habíamos llegado a tener que preguntarnos cada día sobre qué pensar, qué estudiar, qué leer, qué escribir, qué hacer. Hay gente que no se contenta con la genuflexión. Quieren la postración total y humillante, y reparten patentes de eclesialidad por doquier. Alguien debería hacer algo. Los provinciales son llamados a capítulo para que amonesten a sus frailes por detalles como decir misa sin casulla o mostrar opiniones en alguna charla; o para que se retracten de lo que escribieron. Caza de brujas. Crece el miedo. Aumenta el número de los delatores. Cada día son más los censores. Mientras tanto, con la venia oficial, se siguen diciendo barbaridades en algunos púlpitos bienpensantes. Al inquisidor Lucero lo tuvieron que sustituir por Cisneros después de que asaltaran en Córdoba su palacio y quedara demostrado que se había extralimitado en sus funciones.

Publicado en el nº 2.711 de Vida Nueva (del 12 al 18 de junio de 2010).

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