(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)
Ahora que FERE celebra sus Jornadas de Pastoral, no viene mal recordar el reto que hoy tienen los cerca de dos mil centros asociados a FERE-CECA, así como el de otros tantos centros educativos con ideario cristiano. Quiero preguntarme algo en base a un ejemplo real que puede ser paradigmático y que brindo a reflexión: una ciudad de cuarenta mil habitantes, con cuatro centros religiosos con ideario cristiano, y con un cuarenta por ciento del total del alumnado de dicha ciudad. Algunos de esos centros tienen solera y por sus aulas pasó la mayor parte de sus jóvenes, la flor y la nata unos, pero también muchos otros que siguen trabajando en lugares menos brillantes. Una ciudad muy religiosa, aunque a veces muestre ser escasamente cristiana. Una ojeada simple y se advierte la tentación del pugilato que asoma a cada instante, la descoordinación entre los centros que aflora en el escenario. El miedo a perder alumnos los lleva a zancadillas, a veces. Uno se pregunta qué fue de la semilla plantada en estos centros. Abundan planes sólo pendientes de la propia congregación, con escasa comunicación con los planes pastorales diocesanos, atentos cada uno a su propia música y con desprecio por parte de las instancias diocesanas. Es la hora de la comunicación, el diálogo, la tarea conjunta, la unión de esfuerzos; ha tocado la hora de forjar jóvenes para la comunión y la misión. Sobran particularismos. Urge colaboración. ¿Qué palabras contarán la Palabra? Una sola palabra bastará para destruir la dicha de los alumnos, mientras que una palabra será luz en el camino de nuestros jóvenes.
Publicado en el nº 2.695 de Vida Nueva (del 13 al 19 de febrero de 2010).
