“¿Cómo podemos encontrar fondos para salvar un sistema financiero en bancarrota y, sin embargo, no ser capaces de hallar los recursos necesarios para invertir en el desarrollo de todas las regiones del mundo, empezando por las menos afortunadas?”. El autor de esta frase es el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, en cuya Asamblea General la pronunció hace unos días. Huelga decir que, en medio de la barahúnda creada por la crisis financiera mundial, con un Bush pidiendo a la desesperada una inyección de dinero público para tapar la avaricia de las grandes corporaciones financieras, su petición de globalizar la solidaridad pasó inadvertida. Exactamente lo mismo que sucedía cuando reinaba la bonanza económica…
En el nº 2.630 de Vida Nueva.