Ante las presiones del partido de Mugabe, el líder opositor retira su candidatura
(J. C. Rodríguez) A la hora de cerrar esta edición los pronósticos más pesimistas parecían estar a punto de cumplirse con respecto a las elecciones presidenciales previstas para Zimbabwe el 27 de junio. Ante el continuo aumento de la violencia contra el partido opositor MDC (Movimiento por el Cambio Democrático), su líder, Morgan Tsvangirai, decidió retirar su candidatura. En las últimas semanas, 86 miembros del MDC han sido asesinados por bandas armadas del partido en el poder, el ZANU de Robert Mugabe, en el Gobierno desde 1980.
La oposición ha denunciado también la quema de numerosas casas de miembros del MDC y el desplazamiento de 200.000 personas. Tsvangirai, que ha sido detenido y puesto en libertad cinco veces en el espacio de pocos días desde su regreso de Sudáfrica, se refugió en la embajada de Holanda. Su secretario general, Tendai Biti, lleva en la cárcel desde el pasado 12 de junio, acusado de alta traición.
Amenazas
La primera vuelta de las elecciones tuvo lugar el 29 de marzo y en ella el Gobierno prohibió la participación de observadores de países occidentales, considerados hostiles al régimen, así como la participación de los zimbabwenses en el extranjero, que representan una cuarta parte de la población. Los resultados fueron demorados más de un mes, y al final, la Comisión Electoral anunció que Tsvangirai había obtenido el 47,9% de los votos frente al 43% de Mugabe, lo que hacía necesaria una segunda vuelta. El recuento del MDC y de otros órganos independientes, sin embargo, daba a Tsvangirai más del 50%.
Durante los últimos días de campaña electoral, el Gobierno ha cometido toda clase de atropellos y proferido amenazas sin fin. En varios mítines de la oposición, los asistentes han sido apaleados por las milicias del ZANU y Mugabe ha declarado que “un bolígrafo no puede derrotar a un fusil” y que “sólo Dios puede apartarle del poder”.
A pocos días de las elecciones, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas declaró que unas elecciones libres y justas eran “imposibles” dadas las circunstancias. El comunicado fue notablemente rebajado gracias a la presión de China, Rusia y sobre todo de Sudáfrica, cuyo presidente, Thabo Mbeki, ha sido el principal valedor del dictador. Los presidentes de algunos países africanos -como Senegal, Ruanda, Uganda, Zambia y Botswana- aunque tarde, han comenzado a presionar a Mugabe para que abandone el poder. No faltan los observadores que temen una repetición del genocidio de Ruanda.