Syed Parwez Kambakhsh, periodista afgano condenado a muerte en enero por blasfemo (en concreto, por distribuir un texto que cuestiona el trato del islam a las mujeres), está siendo juzgado de nuevo. De momento, de poco le sirve que la constitución afgana consagre el derecho a la libertad de expresión. El joven periodista se ha convertido un emblema mundial de la lucha contra la pena capital como instrumento para silenciar la verdad. Hace unos días se conocía también el caso de Roberto Saviano, escritor obligado a la clandestinidad y amenazado de muerte por denunciar las acciones criminales de la Camorra. Son ejemplos demasiado duros sobre lo dura que puede llegar a ser esta profesión cuando no ceja el celo inquisitorial.
En el nº 2.633 de Vida Nueva.
