Amor primero

Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de MadridALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“No solamente dio su vida por nosotros, sino que nos da su vida a nosotros…”.

La Primera de San Juan, que hemos meditado recientemente en Navidad, insiste en que Dios nos amó primero, nos amó antes que nosotros a Él. Y no un antes de ayer, ni de anteayer, sino desde la eternidad. Ni tampoco fue una decisión que tomó alguna vez y la dejó hasta que llegara el tiempo de ejecutarla, sino que ha sido preciso que entretanto trabajase incesantemente para que llegáramos a nuestro tiempo.

Ya el universo podría contar miles de millones de años de existencia. La misma humanidad, sin ir más lejos, tiene al menos quinientos millones de años, según el yacimiento de Atapuerca. Y de esta o de otra rama antropológica, proceden nuestros antepasados, sin los cuales no existiríamos ahora. Entretanto, ha mantenido a todos nuestra madre Tierra: el aire que respiramos, el agua que bebemos, la fruta que comemos…

Después estuvo preparando el pueblo del Antiguo Testamento, hasta que llegara el momento culminante de la historia, la hominización de Dios, Jesús de Nazaret, la cumbre del amor primero.

Desde entonces, de mil maneras, el Espíritu Santo sigue inyectando a Jesucristo en la Iglesia de la Historia, principalmente en la Eucaristía, que cada día se actualiza en dos mil lenguas diferentes: Tomad y comed; esto es mi cuerpo. No solamente dio su vida por nosotros, sino que nos da su vida a nosotros, con amor renovado en cada comunión.

Se podría pensar que todo esto son buenas palabras nada más. Que se lo pregunten a los miles de santos cuyas biografías son perfectamente conocidas, y que en la Eucaristía encontraron la fuerza para vivir heroicamente las virtudes cristianas.

Finalmente, desde los primeros siglos la comunidad cristiana tuvo la costumbre de guardar la Eucaristía –un cachito de pan– para llevarla a los presos y a los enfermos. Y ahora podemos acudir en cualquier momento al sagrario para sentir de cerca aquel eterno amor primero. Como decía El Lolo: Vamos a echar un parrafillo

En el nº 2.880 de Vida Nueva.

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