JESÚS DOMINGO MARTÍNEZ (GIRONA) | Uno de los múltiples refranes que me enseñó mi abuelo, agricultor castellano relativamente ilustrado, decía: “A la mierda, cuanto más la remueves, más huele”. Y tenía razón, como la misma vida me lo ha demostrado. Teniendo en cuenta el refrán, pensaba no hablar ni escribir sobre un tema que, de manera malintencionada, ha vuelto a ser noticia.
Y es que, apropiándose del buen nombre de Naciones Unidas, organismo con el que la Santa Sede mantiene una estrecha relación, el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU ha arremetido con inaudita dureza contra la Santa Sede.
El Comité, del que, entre otros países, forman parte Arabia Saudí, Tailandia o Siria, acusa al Vaticano de no recocer la magnitud de los abusos a menores en la Iglesia. Se trata de una afirmación gravísima, que ignora toda la documentación expuesta hace unas semanas por el representante de la Santa Sede durante una larga comparecencia de ocho horas. El portavoz del Vaticano insistió el pasado día 7 en que parece que el informe estaba escrito ya de antemano y se basa en prejuicios más que en hechos.
¿No les parece que, como mínimo, hay una sombra de sospecha respecto a este pronunciamiento?
En el nº 2.884 de Vida Nueva
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