ILYAS BENAMOR (ESTAMBUL) | “Condeno al Papa”. Esta fue la frase más rotunda del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para criticar la homilía de Francisco pronunciada el domingo 12 de abril en memoria de los armenios masacrados en 1915. Una masacre “que viene siendo considerada como el primer genocidio del siglo XX”, formuló el Papa, utilizando palabras de Juan Pablo II, pero de nada sirvió la cautela. Ankara sacó de inmediato la artillería diplomática gruesa: convocó al nuncio papal, Antonio Lucibello, para entregarle una nota de protesta por escrito, y llamó a consultas a su embajador en el Vaticano, Mehmet Paçaci.
Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavusoglu, de viaje en Mongolia, utilizó Twitter para calificar de “inaceptables” las palabras de Francisco, que tachó de “desconectadas tanto de los hechos históricos como de la base legal”. “Las ceremonias religiosas no son lugar para alimentar el odio y la animadversión mediante alegaciones infundadas”, remachó. El primer ministro, Ahmet Davutoglu, se sumó al coro: “La declaración del Papa es extremadamente desafortunada, equivocada e incoherente, también a la vista del momento elegido, porque premia el racismo en alza en Europa, que acusa a los colectivos musulmanes y turcos”.
La guinda la puso el presidente Erdogan: “Si los políticos o los religiosos asumen la tarea de los historiadores, lo que salen no son verdades, sino delirios. Condeno al Papa y le advierto que no cometa otro error como este”.
La postura oficial de Ankara enmarca las masacres de armenios en las ramificaciones de la I Guerra Mundial en Anatolia, donde algunas milicias armenias se aliaron con el ejército ruso contra el otomano y las equipara a las injusticias cometidas contra otros colectivos de la región.
La dureza de Erdogan contrasta con su histórica declaración del año pasado, en la que ofreció “condolencias a los nietos de los armenios que perdieron su vida en el contexto de inicios del siglo XX”, y aseguró que “los incidentes de la I Guerra Mundial son un dolor compartido”. Quizás fuera algo personal: en la visita papal del pasado mes de noviembre había tenido una impresión “distinta” de Francisco, aseguró el presidente.
Pero también puede influir la cercana fecha de las decisivas elecciones generales turcas, fijadas para el próximo 7 de junio: la subida de la tensión política y las presiones internacionales contra Turquía siempre le han dado a Erdogan juego para perfilarse como un heroico defensor de la patria.
En el nº 2.937 de Vida Nueva