Como decía Calcedonia…

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“La Iglesia realiza una incuestionable labor evangelizadora y catequética, poniendo levadura de trascendencia y ofreciendo razones para vivir…”

Y el viejo profesor traía y comentaba los textos de aquellos concilios ecuménicos de la antigüedad. Eran, ciertamente, magisterio de la Iglesia. Intemporal en la doctrina, pero que, en las formas y maneras de aplicación, se refería a una Iglesia que vivía unos tiempos históricos determinados y que tenía unos problemas a los que había que atender de una forma inmediata y distinta.

Ha pasado el tiempo, la doctrina permanece, pero las situaciones en las que viven los cristianos y el mundo en general han cambiado. La misma luz es la que alumbra, pero los instrumentos para que llegue bien a los ojos y al corazón de las personas son diferentes.

Si a un joven de menos de 40 años le hablas del Concilio Vaticano II, esa referencia le queda tan lejos como a los mayores de esa edad el recuerdo de Trento y, no digamos, de Calcedonia.

Pues casi de Trento y de Calcedonia es esa Iglesia que se nos presenta frecuentemente. Se habla de unas actitudes, de unas formas de actuación, de unas celebraciones, de unas leyes, de la forma de vivir, de unos colegios, de unas parroquias, de unos sacerdotes, de unos frailes y monjas, de unos sacerdotes y clérigos, de unas asociaciones y de una Iglesia, en definitiva, que hace tiempo han cambiado, nunca en lo esencial, y hay mucha gente que ni se ha enterado ni tiene interés alguno en hacerlo.

Prefieren la caricatura trasnochada que la realidad y la vigencia de una Iglesia muy libre, porque por la Palabra de Dios no está encadenada por las circunstancias, llena de esperanza, por la fuerza de una caridad y un amor que rompe cualquier dificultad y la llena de valentía para arriesgarse en favor de los más desamparados.

Unas veces puede ser por ignorancia y otras para tratar de oscurecer la ingente labor que está realizando la Iglesia, no solamente en el campo de la acción caritativa y social, sino también con su permanente y actual denuncia profética de las situaciones injustas, la defensa de los principios y valores fundamentales en los que se asientan la sociedad, el matrimonio y la familia, la educación y la obligatoria participación en lo que respecta al bien común.

papa Francisco visita Casa de acogida Don de María de las Misioneras de la Caridad en el Vaticano

Siendo tan laudable todo este programa de acciones en favor de la sociedad y de las personas en concreto, la Iglesia realiza una incuestionable labor evangelizadora y catequética, poniendo levadura de trascendencia y de saber mirar a horizontes más altos, y ofreciendo a las personas razones para vivir y para esperar.

Celebra los sacramentos, practica la caridad y vive permanentemente en el servicio diaconal, mostrando caminos de reconciliación, de misericordia y de perdón.

Esta es la Iglesia actual, la Iglesia del papa Francisco, la de las comunidades cristianas presentes y distribuidas por todas las partes del mundo. Conserva el tesoro del magisterio que ha recibido, pero, en la continuidad de la verdad, quiere hacerlo vivo y presente entre los hombres y mujeres de cualquier momento de la historia.

En el nº 2.892 de Vida Nueva

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