Del entusiasmo al compromiso

Del entusiasmo al compromiso

Carlos María FranziniCARLOS MARÍA FRANZINI | Arzobispo de Mendoza (Argentina)

“Estaríamos frustrando este tiempo tan cargado de esperanza si el entusiasmo que provoca la figura del papa Francisco no se transformara en compromiso concreto…”

El carisma singular del papa Francisco, el hombre llegado “del fin del mundo”, ha provocado un inesperado y sorprendente liderazgo moral. Un entusiasmo, llamado “efecto Francisco”, que nos invita a una serena reflexión para evitar hacer una lectura superficial o frívola de este don que Dios ha hecho a nuestro tiempo.

¡Bendito sea Dios si esas manifestaciones nos llevan a poner la mirada en lo esencial! Hablamos de un don de Dios, porque, efectivamente, de esto se trata. Francisco –como enseña el Evangelio– es un “simple servidor”. Quien importa es el Señor a quien sirve y por quien vive, cuyo mensaje encarna y propone con sencillez y convicción testimonial.

El mismo Papa nos ha advertido sobre el peligro de lo que en alguna época se llamó la “papolatría”.

JMJ en Brasil.

JMJ en Brasil.

Estaríamos frustrando este tiempo tan cargado de esperanza si el entusiasmo que provoca la figura del papa Francisco no se transformara en compromiso concreto y eficaz por traducir en opciones y estilos de vida su mensaje claro y directo. Y en esto nos encontramos todos, grandes y poderosos, pequeños y simples ciudadanos.

En primer lugar, quienes formamos la Iglesia, asumiendo su invitación a “salir”, a descentrarnos y a ponernos en una auténtica actitud de discípulos misioneros de Jesús y su Evangelio. En la vida personal y familiar, en la actividad laboral y profesional, en la escuela y en el taller, en el barrio y en la sociedad, en el compromiso social y político; en fin, en toda realidad en la que desarrollamos nuestra vida es necesario acoger la constante invitación del Papa a la “conversión pastoral”; esto es, una vuelta al Evangelio para vivirlo de manera más convencida y contagiosa.

A los líderes sociales, políticos, culturales… la figura de Francisco los estimula a revisar dónde está la fuente del propio liderazgo y el sustento de su fuerza. No alcanza con “peregrinar” al Vaticano y sacarse la foto con el Papa para asimilar su mensaje o imitar su liderazgo. Cuando el Papa enseña que el “verdadero poder es el servicio” está proponiendo todo un programa de vida y de gestión.

Que Dios nos regale a todos, creyentes y no creyentes, la sabiduría necesaria para apreciar y disfrutar el “regalo” del ministerio del papa Francisco. Pero también que no nos falte la madura responsabilidad que nos mueva a transformar tanto entusiasmo en un renovado compromiso por vivir los valores que él constantemente nos propone con sus gestos y su palabra.

En el nº 2.902 de Vida Nueva

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