Católicos en Vietnam o cómo perder el miedo

Un jesuita describe a ‘VN’ las claves de la pugna entre las religiones y el Estado por los bienes eclesiásticos

(María Gómez) El Gobierno de Hanoi está decidido a devolver los bienes religiosos confiscados en los años 50, pero establece unos requisitos cuando menos cuestionables. El primer ministro Nguyen Tan Dung acaba de emitir la directiva 1940/CT-TTg referida a los terrenos y las propiedades relacionadas con la religión, según la cual las administraciones públicas han de revisar las concesiones ateniéndose a “un espíritu que asegure un acuerdo entre los intereses de la religión y los de la nación”. Esto es: las distintas “organizaciones o agencias” deben dedicar las propiedades que el Estado les confiere a los fines para los cuales han sido confiadas, sin “herir los sentimientos de los fieles”; en caso contrario, les serán retiradas y se dedicarán a un servicio “de interés público”. Y si hubiera protestas y “desórdenes sociales”, los ‘agitadores’ serán duramente castigados.

Sin citarlos, la directiva se refiere a varios incidentes acaecidos durante 2008 en Hanoi y que, temen, podrían ser la punta del iceberg para la desestabilización del régimen comunista.

El 25 de enero de 2008, más de 2.000 católicos se manifestaron en las calles de la capital reclamando la restitución del edificio de la antigua Delegación apostólica, expropiada en 1954. Era el culmen de semanas de protestas, que acabaron por la mediación del secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone. Finalmente, el Gobierno cedió, en un gesto “para mostrar buena voluntad y respeto al Papa”, pero el tiempo dio la razón a los que guardaran ciertos recelos, pues el terreno fue convertido en un parque público. La polémica coleó durante meses.

Otro caso: el pasado 8 de diciembre, el Tribunal Popular de Dong Da condenó a siete católicos vietnamitas de la parroquia de Thai Ha a penas de entre 12 y 15 meses de prisión y uno más recibió una amonestación. ¿El motivo? Fueron acusados de “desórdenes y daño a la propiedad del Estado” por haber rezado en un terreno que había pertenecido a la parroquia de los redentoristas y que la congregación reclama desde 1996; los ocho católicos fueron detenidos durante una convocatoria de oración. Según el relato de la agencia Eglises d’Asie, un millar de católicos les aclamaron a la salida del tribunal, y también en otros puntos del país muchas comunidades católicas rezaban en solidaridad con los ocho condenados y en aras de la justicia. Tras la decisión del Tribunal (que ha sido llevada a la Corte de Apelaciones), el Comité popular de Hanoi acusó a los sacerdotes redentoristas de “actitud provocadora”, de oponerse “a la ley” y de “calumniar al Gobierno”, y exigió su expulsión de la capital para “mejorar las relaciones ente la Iglesia y las autoridades”. Era la segunda vez que la corporación municipal elevaba una petición similar al Episcopado, que ya había respondido que estos ocho fieles “no habían cometido ninguna falta respecto a las leyes de la Iglesia”. 

Y dos más: la indignación de los fieles creció cuando el antiguo santuario mariano de la parroquia de Thai Ha, en Hanoi, fue convertido oficialmente el 8 de octubre en el jardín público ‘1 de junio’. Además, recientemente, el obispo de Vinh Long, Thomas Nguyen Van Tan, protestó públicamente contra la destrucción de un monasterio de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que había sido expropiado ilegalmente, primero para construir un hotel de lujo, aunque será un parque de uso comunitario. El 12 de diciembre, en una rueda de prensa, las autoridades locales acusaban a los católicos de “aprovecharse de la libertad religiosa para inspirar protestas contra el Estado y así dañar la unidad del pueblo”.

Mejor voluntad de los jóvenes

No obstante, hay observadores que miran con esperanza. “Creo que hay mucha buena voluntad en el régimen, sobre todo en los miembros del partido más jóvenes o mejor formados”. Lo asegura a Vida Nueva Felipe Gómez, sj, director de la ONG Vietnam Service desde 1996 y profesor del East Asian Pastoral Institute, en Manila, quien detalla: “Muchas congregaciones religiosas han recuperado, en parte, sus casas; no los colegios ni hospitales. Han permitido a las monjas abrir escuelas de párvulos y algunos dispensarios, con restricciones, pero algo es algo. Nosotros los jesuitas hemos recuperado una tercera parte de nuestro centro cultural ‘Alejandro De Rhodes’, en Saigón, y estamos esperando la devolución de la capilla, donde un periódico tiene instalada su imprenta”.

Las reivindicaciones -sigue- existen en todo el territorio y no sólo conciernen a la Iglesia católica, sino a otras religiones (budismo, caodaismo, hoa hao…) y a numerosas entidades privadas. La Iglesia ha declarado que no ‘exige’ devolución de propiedades que se usan para el bien común, como son escuelas y hospitales. Sólo pide poder colaborar con el sistema y tener alguna libertad para hacer el bien”.

La réplica a las manifestaciones pacíficas de los católicos han sido la violencia policial, los arrestos y una campaña de desacreditación por parte de la prensa oficial, centrada en gran parte en el arzobispo de Hanoi, Joseph Ngo Quang Kiet, al que acusan de “mentir a su grey” y utilizarla en contra del Gobierno. Pero importantes organizaciones en defensa de los derechos humanos (como la Human Rights Watch o la Comisión Americana por la Libertad Religiosa en el Mundo, o el propio Parlamento Europeo) han dado cuenta de estos abusos.

Yo creo que las relaciones Iglesia-Estado en Vietnam mejorarán -dice Felipe Gómez-, pues ambas partes tienen gran interés en ello. Dos obispos auxiliares fueron ordenados recientemente en Saigón y Hanoi”. A juicio del jesuita, la campaña anticatólica de los medios de comunicación en los últimos meses ha sido “violenta y sucia, pero creo que está amainando. El arzobispo de Hanoi tiene ahora mucho más prestigio que antes, y sus palabras ‘La libertad religiosa es un derecho, no un privilegio’ se repiten en muchos círculos como algo que la gente habría querido decir pero no se atrevía”.

Si algo bueno se puede concluir de esto es que “los católicos han perdido el miedo”, cree Felipe. “Han perdido el miedo a los comunistas, y éstos temen que otros lo pierdan también. En muchas zonas del país la situación es ‘dura’, pero no se debe generalizar hablando de ‘persecución'”.

EL VATICANO QUIERE RELACIONES ‘NORMALES’

La postura del Vaticano con respecto a Vietnam, y en este conflicto en concreto, es la que guía la máxima ‘trabajar con discreción’. “En esta crisis -analiza Felipe Gómez-, la Santa Sede ha guardado un silencio que para algunos ha sido ‘sepulcral’, y para mí ha sido ‘pastoral’. Durante los últimos meses se ha mencionado raras veces a Vietnam, y siempre que dicen algo usan un lenguaje muy mesurado. El Vaticano desea establecer relaciones diplomáticas normales con Hanoi, y creo que los comunistas también lo quieren”. Pero hay obstáculos: a nivel interno, los más afines a las viejas estructuras; desde el exterior, quizá China no vería con buenos ojos semejante relación, y al régimen vietnamita le sigue haciendo falta su apoyo.

En cualquier caso, “el Vaticano quiere, ante todo, asegurar la provisión de las Iglesias locales. Por eso evita todo conflicto, incluso verbal”. Es una actitud que comparten los obispos del país. Lo ponen de manifiesto cuando piden a las comunidades que sigan rezando, porque “el camino del diálogo a la búsqueda de la verdad, de la justicia y de los intereses perdurables en el país es todavía largo” y está lleno de “dificultades” que “podremos superar”, animan en uno de sus últimos comunicados.

En el nº 2.644 de Vida Nueva.

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