JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva
El Ministerio de Cultura daba a conocer días atrás el programa oficial de actos para conmemorar, durante 2016 y hasta julio de 2017, el IV centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Más de 200 iniciativas nos acercarán al autor de El Quijote, una obra que –según el CIS– solo ha leído el 21,6% de los españoles.
La Administración central ha anunciado que destinará a estos “fastos” un presupuesto de cuatro millones de euros, idéntica cantidad, por ejemplo, a la que se gastó Ciudadanos en su campaña electoral. Eso sí, ha prometido desgravaciones de hasta el 90% del dinero invertido a las entidades dispuestas a patrocinar algunas de esas actividades.
Mientras tanto, otro ministerio –esta vez el de Hacienda– nos descubría que, de los más de 45.000 millones de euros en efectivo que circulan por España, el 75% corresponden a billetes de 500 euros. “Cosas veredes, amigo Sancho…”, que dicen que dijo aquel sabio loco, aunque nadie sepa dónde ni cuándo. ¿Y si el mejor modo de popularizar al universal genio alcalaíno fuera estampar su efigie en tan preciada moneda de curso legal?
En el nº 2.978 de Vida Nueva