Recientemente, se ha sabido que el millar largo de cines parroquiales con que cuenta Italia, muchos de los cuales han reabierto sus puertas durante los últimos años, recibieron a lo largo de 2008 cerca de cuatro millones de espectadores. Un boom de público que no pocos achacan a la actual crisis económica y al hecho de que la entrada cueste la mitad que en la salas convencionales, aunque el análisis parece un tanto simplista. Estos centros de ocio, dependientes de la Conferencia Episcopal Italiana y fieles a su espíritu de auténticos instrumentos de comunicación social, ofrecen algo más que buenas tarifas. Desde su cabina, y al más puro estilo de Cinema Paradiso, programan películas que generan pensamiento y fomentan el debate. Ésta sí que es su verdadera oferta: dos por uno, entretenimiento y reflexión al mismo precio.
En el nº 2.650 de Vida Nueva.