Como en botica

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(José Luis Corzo-Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid) De botaciones, la esperaban muchos, esta semana del 3 al 9 de marzo, para botar a unos y poner a los otros. Primero en la Conferencia Episcopal Española y, luego, en el Parlamento y en el Gobierno de la nación. Pero se bota con los votos y nada va siendo tan difícil como votar. Por muchas razones.

 

Una, porque ya hemos aprendido que las urnas no sirven para la profesión de la fe. Sólo se cree en Dios, ni siquiera en el obispo y, mucho menos, en los partidos políticos o en sus ideas. Las urnas democráticas son algo técnico para mejorar la convivencia con los discrepantes, no su derrota. (Vuelva a leerlo, si no lo sabía; ya no aspiramos a la dictadura ni al monopolio).  Dos, porque aquí no es posible elegir a los mejores, sino a los que aparecen en las listas. Y sólo figuran en ellas los profesionales, aunque sin oposición y con misteriosos recorridos previos, en los que muchos buenos ya se quedaron atrás y, tal vez, los mejores ni lo intentaron o ya los botaron.

Tres, porque en la aldea global el crimen es perfecto, se ha sustituido la realidad por su imagen (Baudrillard) y sólo sabemos de apariencias. Los debates en TV esta vez nos han enseñado sin vergüenza toda la tramoya: luces, planos, enfoques, tiempos, turnos, temas aceptados y, lo que es peor, temas tabúes… Y luego analizan quién gana y quién pierde, ¿qué cosa? El debate. ¡No la mejor solución de los problemas!

Menos mal que en la Iglesia apenas se vota, aunque muchos se rebotan por ello. Y es que la cosa se agrava cuando en la misma autoridad coinciden el poder de decidir y legislar con la posesión de la Verdad. Ésta es mejor buscarla entre todos, y hacen muy bien los obispos en juntarse en conferencia. A ver si nos invitan a buscar, para que haya de todo.

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