Confirmación: ¿una puerta de entrada o de salida?

ilustracion-confirmaciones(Vida Nueva) El sacramento de la Confirmación, que debería afianzar la pertenencia de los jóvenes a la comunidad eclesial, se convierte en demasiadas ocasiones en una puerta por la que marcharse. Dos responsables de la pastoral con jóvenes en sus respectivas diócesis, Marisa Jiménez (Tarragona) y Rubén Huidobro (Vitoria), analizan este fenómeno y ofrecen pistas para que el sacramento vaya más allá del simple rito.

Conectar con la vivencia de la fe

marisa-jimenez(Marisa Jiménez Buedo– Delegada de Pastoral de Juventud de Tarragona) Nos lo decimos muchas veces: con la Confirmación, el adolescente acepta voluntariamente la fe de Cristo. Y subrayamos “voluntariamente”. La Confirmación tendría que llevar a la vivencia de la fe confirmada a muchos de nuestros adolescentes, a nuestras comunidades parroquiales, pero ¡la realidad constatable es que en muchas ocasiones no se quedan!

Es muy importante que la comunidad decida acoger al adolescente, tanto en su etapa de preparación a la confirmación de su fe, como en el proceso de conectar su vivencia de la fe con su día a día en una comunidad referencial. Necesitamos buenos guías, testimonios sencillos y coherentes, con una buena formación, que caminen junto a los adolescentes en su proceso, les ayuden a hacer preguntas y, juntos, buscar respuestas. La meta es acompañarles a tener una experiencia de encuentro personal con Dios. ¿Y dónde están estos guías? Están muy cerca de nosotros: un joven de la parroquia, un religioso, un profesor de Religión, un matrimonio joven…

Tenemos un gran tesoro, sabemos que los adolescentes son aventureros, pero nos falta encontrar un buen mapa de ruta que les conduzca hasta Él. Hay que trazar el itinerario, definirlo y prepararlo. Lo importante pasa en el interior de los jóvenes, y nos empeñamos en seguir el juego a un montaje que les lleva a lo superficial… Lo que nos convoca es compartir el encuentro personal con Jesús.

Propuestas concretas 

Pero a veces no es tan sencillo. Pensamos que no somos referentes ni testimoniales, que en nuestras celebraciones los adolescentes no se sienten acogidos, y surge la pregunta sobre si tendremos que cambiar nuestra actitud como comunidad acogedora, y saber ofrecer en comunidad propuestas concretas a aquellos adolescentes que se tienen que ir integrando en nuestras comunidades.

Leo un correo electrónico del rector de una parroquia de mi ciudad que trabaja con jóvenes. Está entusiasmado con la propuesta que el grupo de chavales ha pensado ofrecer a los que han pasado por el grupo de Confirmación y no han vuelto por la parroquia: harán una “quedada” por el Facebook y luego iniciarán un itinerario juntos con el grupo, me cuenta, y lo sorprendente es que unos cuantos han respondido.

Como tantos sacerdotes, no lleva bien el que muchos adolescentes hayan dedicado tiempo a profundizar en su preparación al sacramento de la Confirmación y luego les cueste dar el paso de permanecer en un grupo parroquial. A veces les propone ser catequistas, ir al grupo de monitores de tiempo libre, etc., pero le apena que tantos se alejen, aunque sabemos que es tiempo de siembra… Esta preocupación es una expresión de la necesidad de movernos hacia los adolescentes en lo cotidiano, en lo cercano, sin grandes planteamientos.

Al hablar con adolescentes, lo que más valoran de que estés con ellos es que no les juzgues, les acojas y les vayas “contando” sobre el amigo Jesús. En el fondo hay un deseo de conectar con el adolescente, pero nos sale el “no sabemos”, “no se quedan”. Contamos con Dios, que quiere inmensamente a este mundo y que nos sigue proponiendo ir a los adolescentes, a los que no entendemos, a los que nos cuesta amar, pero que tienen muchas cosas buenas para ser vividas y compartidas con ellos; necesitan tanto, tanto que los quieran y que estemos en su caminar.

Muchos jóvenes siguen teniendo sed de Dios, de trascendencia, expresada a su manera, y me pregunto si nuestra Confirmación no tendría que ser un momento más vivencial que catequético, más comunitario y solidario que de reunión fiel y semanal. Los adolescentes tienen tantas pobrezas, y son el futuro de nuestras sociedades. 

Es tiempo de replantear nuestra acogida a los adolescentes en nuestras comunidades. Estamos en los momentos de la pastoral del proceso, de itinerarios no lineales, sino de experiencia; el adolescente necesita referentes auténticos que lo acojan, lo quieran gratuitamente y sepan acompañarle. 

Estamos llamados a ser comunidades de esperanza, testimonios del amor de Dios en esta sociedad, sigue siendo nuestra propia vivencia de fe lo que anuncia la Buena Noticia y sigue pasando por la comunidad parroquial. Quizá puedo ver las pobrezas de mi comunidad, envejecida, donde nadie puede acoger a los adolescentes. Entonces hay que ser honestos y ver qué grupos trabajan con adolescentes en mi ciudad, en mi centro educativo o arciprestazgo, y allí donde podamos dar respuesta a un adolescente que está buscando, tenemos que ser capaces de llevarlos.

¿Oportunidad pastoral o sacramento de despedida?

ruben-huidobro(Rubén Huidobro Viela– Coordinador de la Delegación Diocesana de Pastoral con Jóvenes de Vitoria) Entre los sacramentos de la iniciación cristiana, en la Confirmación se viene notando especialmente, hace ya años, el proceso de secularización acelerado de la sociedad española, ya que el número de jóvenes que se confirman es muy minoritario. Atrás quedaron los años posconciliares en que en torno a la Confirmación se configuró una rica realidad de pastoral con jóvenes, que fueron gestando comunidades eclesiales juveniles. La realidad es que el sacramento de la Confirmación hoy sirve de convocatoria a muy pocos (según lugares y tradición, los números pueden ser todavía significativos o haber caído bajo mínimos y seguir en caída libre) y, lo que puede resultar aún más preocupante, en lugar de ser un signo de incorporación a la comunidad y de asunción de un compromiso cristiano adulto, consciente y militante, apoyado en la recepción de la gracia del Espíritu Santo, es, de hecho, en la inmensa mayoría de los casos, el rito de despedida del grupo catecumenal y de la comunidad eclesial.

Debates

Ante esta realidad, se han establecido debates sobre la conveniencia de adelantar o no la recepción del sacramento y de la manera en que se realiza el proceso de preparación. Unos defienden centrarse más en el propio proceso de iniciación cristiana en la edad juvenil y la posterior toma de posición con respecto a la pertenencia comunitaria, y adquirir los correspondientes compromisos que a cada persona el Espíritu y la realidad de su entorno le sugieran. Otros prefieren tratar de preparar para la recepción concreta del sacramento a jóvenes en edad más tempranas, confiando en la eficacia y la gracia del propio sacramento.

Sin entrar a fondo en esta discusión, asunto que excede este breve comentario y que requiere del diálogo pausado de los expertos del tema, me atrevo a sugerir algunas pistas para que la Confirmación pueda ser hoy una oportunidad pastoral interesante.

  • Como primer elemento fundamental, siendo fieles a la historia del sacramento, la Confirmación es el sacramento del Espíritu, donación gratuita que se ofrece y que debe ser acogida y correspondida; de forma que, para que sea eficaz, debe afectar a la vida del confirmando, le compromete para dar un testimonio cristiano valiente y le vincula a la comunidad.
  • Para que pueda darse esta opción en el confirmando, es necesario que se haya dado un proceso de maduración humana y cristiana, con sus experiencias significativas, leídas a la luz del Evangelio, es decir, un proceso adecuado de iniciación cristiana.
  • Un elemento indispensable en el proceso evangelizador es la comunidad cristiana, verdadero sujeto de la oferta del proceso catecumenal, que no delega en unos pocos expertos la labor de convocatoria y catequética, sino que acompaña el proceso completo, sirviendo de plataforma convocante, donde se puede vislumbrar la vivencia profética de los valores del Evangelio en el compromiso con la sociedad en que vive, donde se celebran la fe y la vida y los momentos más significativos o ritos de paso del proceso catecumenal, y que sirve de plataforma para el compromiso intra y extra eclesial. Si durante el proceso catecumenal previo a la Confirmación los catecúmenos no viven este acompañamiento comunitario, ni la referencia permanente de la comunidad, es normal que, terminado el proceso establecido y recibido el sacramento, los confirmados dejen las reuniones de su grupo y abandonen la comunidad, a la que nunca han sentido que real y afectivamente pertenecían.
  • Unido a este punto, en estos tiempos recios para los creyentes es importante el papel de la familia como habitualmente primera evangelizadora, referencia fundamental de asunción de un compromiso cristiano adulto y de una vivencia de la fe comunitaria. Si no encuentran adultos referentes, nos encontramos con que muchas veces los jóvenes no rechazan tanto la propuesta cristiana como la vivencia incoherente de la misma por parte de tantos cristianos, que no les resulta atractiva.
  • Finalmente, hoy día se hace imprescindible un esfuerzo especial de convocatoria para trabajar con jóvenes, saliendo de las paredes de nuestras plataformas habituales que apenas frecuentan, y ofrecer procesos flexibles, no por ello rebajados en cuanto a vivencias significativas, pero con la posibilidad de distintos ritmos, seguimiento personalizado, etc.

En resumen, a pesar de la pérdida de convocatoria notable de la Confirmación entre los jóvenes españoles en los últimos años, supone una riqueza que la Iglesia puede ofrecer a muchas personas jóvenes y no sólo jóvenes; por ejemplo, muchos adultos extranjeros, latinos y africanos especialmente, pueden querer realizar procesos vitales muy enriquecedores. Por tanto, valoremos lo que de enriquecedor tiene y cuidemos los procesos que se realizan para que siga siendo una buena oportunidad pastoral.

En el nº 2.664 de Vida Nueva.

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