JOSÉ LORENZO, redactor jefe de Vida Nueva | Los obispos han incluido dentro del nuevo Plan Pastoral de la CEE la organización de un encuentro nacional de pastoral juvenil. Parece razonable, tras el subidón para la autoestima que supuso el macroencuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa en Madrid.
Asimismo, era una de las peticiones que desde diversas instancias (congregaciones religiosas, delegaciones de Juventud, grupos parroquiales…) se hacía a la organización para que esa experiencia de encuentro no se quedase en simple chaparrón de verano, que también lo hubo.
Sin embargo, según se anuncia, ese congreso para reflexionar sobre el trabajo que se realiza con los jóvenes se va a realizar sin ellos. Será un acto para expertos en pastoral juvenil pero sin la experiencia y el testimonio juvenil.
Ellos, que fueron los verdaderos protagonistas de la JMJ 2011 de Madrid, tendrán que seguir esperando a que los mayores, por sí mismos, encuentren la “piedra roseta” que descifre las claves para que sigan pisando las iglesias después de la Primera Comunión. ¿Por qué no escuchar de su boca cómo se sienten en la Iglesia? ¿Por qué no atender los lamentos que hacen que pongan pies en polvorosa?
Uno creía que tras el fiasco que supuso la elección del himno oficial de la JMJ, vapuleado por los propios chicos y chicas en las redes sociales, se habría aprendido un poco de lo malo que resulta la autosuficiencia. A lo mejor todavía estamos a tiempo de aprender de los errores que también hubo en la JMJ.
En el nº 2.778 de Vida Nueva.
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