(Alejandro Fernández Barrajón– Presidente de CONFER)
“Tal vez este momento nos haga caer en la cuenta de las razones auténticas de la crisis, que no son, como se supone, de tipo económico. Se trata de valores, de déficit de justicia y solidaridad, de oportunidades mal repartidas entre todos, de escasez de fe auténtica”
Los tiempos que vivimos parecen propicios para la crisis. No se habla de otra cosa. Crisis en la economía con una tasa de parados que nos tiene sobrecogidos. Crisis en la salud con la amenaza de la gripe porcina que en México tiene visos de pandemia. Crisis en la Iglesia con una contestación creciente en diversos frentes. Crisis en la vida consagrada por falta de renuevo. Este tiempo es el tiempo de la crisis.
La crisis no siempre indica deterioro; es, en muchos casos, una oportunidad envidiable para dar saltos cualitativos y afrontar los cambios necesarios que las instituciones y las personas demandan. Ya lo decía de manera muy gráfica Casaldáliga cuando escribía: “La crisis es la fiebre del Espíritu. Donde hay crisis hay vida. Los muertos no tienen fiebre”.
Tal vez este momento nos haga caer en la cuenta de las razones auténticas de la crisis, que no son, como se supone, de tipo económico. Se trata de valores, de déficit de justicia y solidaridad, de oportunidades mal repartidas entre todos, de escasez de fe auténtica.
Estamos a tiempo de reflotar nuestra conciencia. Pascua es una oportunidad para dar un paso, para florecer después de un periodo de sequedad, para apostar por la vida sin condiciones.
Saquemos provecho de la crisis para hacer nuevas apuestas y descubrir lo esencial. Es posible un estilo nuevo de sociedad donde se favorezca a los desfavorecidos y los efectos económicos de la crisis puedan ser repartidos. Un estilo nuevo de ser Iglesia, donde prime el diálogo y el encuentro, la pluralidad y la caridad. Un estilo nuevo de vida consagrada donde la primacía de Dios se abra paso con naturalidad y la fraternidad alcance carta de ciudadanía. Un estilo nuevo de ser personas donde el amor y el perdón se abran paso frente al materialismo y al individualismo dominantes.
En el nº 2.658 de Vida Nueva.