Crisis humana y opción espiritual

(Baltazar Porras Cardozo– Vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y arzobispo de Mérida-Venezuela)

“En un mundo globalizado no caben las excusas de escurrir el bulto para encontrar culpables o responsables en otros lados. La irresponsabilidad, la falta de rostros concretos a quienes achacar la crisis, nos hace amorales”

En un mundo de aparente bonanza, de danza de capitales que nerviosamente hacen subir las bolsas, se produce un estrepitoso quiebre: la economía mundial se tambalea. 

Todo parece indicar que la crisis financiera no es sino la punta del iceberg, lo que aflora, de una crisis mucho más profunda, más humana. La economía se mueve al ritmo del nerviosismo de la demanda. Se gasta más de lo que se tiene, se vive al día porque el mañana es incierto, se endeuda más de lo que cada quien es capaz de soportar. 

Desde nuestra realidad subdesarrollada, fustigamos a las potencias que consumen descaradamente toda la energía posible. No nos queremos dar cuenta de que también somos parte del daño. Mientras subían los precios del petróleo, derrochábamos con la inconsciencia de un adolescente. Ahora, cuando bajan los precios, afirmamos que la crisis no nos afecta porque estamos blindados.

En un mundo globalizado no caben las excusas de escurrir el bulto para encontrar culpables o responsables en otros lados. La irresponsabilidad, la falta de rostros concretos a quienes achacar la crisis, nos hace amorales. 

Los términos de la justicia y la equidad, la moderación y el ahorro, no sólo de los bienes materiales sino también de los intangibles sin los cuales no puede haber paz en el mundo, es tarea que toca la fibra de lo único que hace al hombre feliz: los valores o las virtudes ciudadanas que todo hijo de vecino no puede eludir.

La riqueza no compartida es injusta. Las políticas de dominación y de derroche claman al cielo. La opción por una economía alternativa según calificados expertos está en estrecha relación con las categorías éticas de frugalidad, austeridad, sencillez de vida, moderación. Son parte de la racionalidad económica actual, y constituyen también una opción espiritual.

En el nº 2.637 de Vida Nueva.

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