EDUARDO CIERCO (MADRID) | La provincia china de Zhejiang se ha convertido en el centro de una nueva persecución contra los cristianos. Las autoridades locales iniciaron hace un tiempo la demolición de iglesias y de cruces, según establece una norma que, supuestamente, busca embellecer una de las zonas del país con mayor proyección económica. Recuerdo que en julio, el obispo Vicente Zhu Weifang decidió no quedarse quieto y, junto a 26 de sus sacerdotes, inició una marcha de protesta.
Desde entonces, la respuesta ha sido masiva en un país en el que la represión religiosa es real y efectiva. Las redes sociales han convocado una campaña en la que católicos y protestantes han optado por coronar sus casas con la Cruz de Cristo. Esta protesta se ha visto acompañada de una carta de la diócesis católica con el título “¡Gritemos!”, en la que llamaba a romper el silencio. En pleno S. XXI…
En el nº 2.956 de Vida Nueva
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