Dalits: ‘apartheid’ en el siglo XXI

Lucía Ramón(Lucía Ramón Carbonell– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia)

“En la India, 20 de los 25 millones de cristianos son dalits, es decir, oprimidos o aplastados, que es el modo en que se denominan a sí mismos. Sufren discriminación de casta desde hace 3.500 años. Una discriminación que llega a extremos inconcebibles…”

Una de las grandes aportaciones del movimiento ecuménico del siglo XX ha sido su contribución al fin del apartheid en Sudáfrica. En muchos lugares del mundo se crearon Comités que hicieron una labor encomiable de sensibilización y de apoyo a los grupos locales. Hoy, el movimiento ecuménico se enfrenta a otro apartheid.

Cerca de 260 millones de personas son consideradas “intocables”, contaminadas y contaminantes en Asia. En la India, 20 de los 25 millones de cristianos son dalits, es decir, oprimidos o aplastados, que es el modo en que se denominan a sí mismos. Sufren discriminación de casta desde hace 3.500 años. Una discriminación que llega a extremos inconcebibles: se les obliga a realizar gratuitamente las tareas más degradantes para otras castas y son segregados de todos los espacios públicos: escuelas, jardines, hospitales, templos… Paradójicamente, su “impureza” no impide a las mujeres dalit sufrir constantes violaciones.

Por iniciativa del Consejo Ecuménico de Iglesias y la Federación Luterana Mundial, y auspiciada por la Conferencia Cristiana de Asia, se ha celebrado en Bangkok la primera Conferencia Ecuménica Mundial sobre Justicia para los Dalits (21-24 de marzo) con el objetivo de fomentar la solidaridad y el apoyo de Iglesias y organizaciones ecuménicas y contribuir a internacionalizar el problema, que es un paso imprescindible para su solución. Impresiona una de las propuestas de la Declaración final: poner fin a la limpieza manual de letrinas de aquí a 2010. Esta tarea degradante impuesta a los dalit consiste en la recogida, a manos desnudas, de los excrementos humanos de las letrinas y su transporte a los vertederos. 

En el nº 2.658 de Vida Nueva.

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