Como en un déjà vu, hemos asistido en las últimas semanas a un nuevo intento de la desesperación luchando para dejar de serlo. Por séptima vez en quince días, un grupo de unos 200 subsaharianos se ha lanzado sobre la valla de Melilla para franquear la frontera hacia España, y lo que ello conllevaría. Muchos hablan de “asalto”, “avalancha” y “agresividad”, y uno se imagina esos rostros de la desesperación desencajándose cuando la Policía española logró cerrar las puertas del control fronterizo. Seguramente vuelvan a intentarlo, porque el problema no está en la resistencia o la fragilidad de esa valla.
En el nº 2.636 de Vida Nueva.