CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
Promovida por el Ministerio de Asuntos Exteriores, se ha celebrado en Alicante la I Conferencia Internacional de Diplomacia Preventiva en el Mediterráneo, con la participación de expertos en temas referidos a la prevención de conflictos y al diálogo político, cultural e interreligioso. Una idea que aparecía una y otra vez era que la paz no puede ser simplemente el término de una contienda, sino el principio de relación entre las distintas comunidades, en este caso, del Mediterráneo.
En el panel acerca del diálogo intercultural e interreligioso participaron miembros de la comunidad judía, musulmana y católica. Se habló del papel de los líderes religiosos, de los obstáculos para el entendimiento, de la presencia de la mujer en la religión, de la multiculturalidad y la garantía de preservar la propia identidad, de la convivencia pacífica, la integración, el terrorismo y la violencia en nombre de Dios, y del reconocimiento al papa Francisco por la labor que está desarrollando en favor del entendimiento y la paz entre confesiones religiosas…
En un ambiente afable, pero sin soslayar los problemas y tensiones que preocupaban a unos y otros, se afirmó rotundamente, por parte de todos, que hablar de Dios, Señor de la paz, de la justicia y de la misericordia, es incompatible con la violencia, la guerra, la vejación de las personas y el olvido de su dignidad y de sus derechos más fundamentales.
El diálogo interreligioso tiene una condición imprescindible: la libertad religiosa y la lealtad a la propia identidad creyente. Sin libertad, cualquier posibilidad de comunicación está secuestrada. El hombre queda atrapado por los impedimentos, externos o internos, que bloquean la interrelación.
Si se pretende camuflar la propia identidad, el diálogo resulta falso, engañoso y fraudulento. Se esconde la realidad de creyente y el diálogo interreligioso carece de interlocutor. No hay verdadero encuentro e intercambio de la experiencia religiosa y se tendría la impresión de estar utilizando a la persona con una finalidad interesada y oculta.
En el intercambio de opiniones se fue subrayando el imprescindible papel de las confesiones religiosas en el reconocimiento de la dignidad y derechos de las personas, la contribución a una formación completa, el trabajo por la justicia y la paz y el sentido trascendente de la vida.
En el nº 2.993 de Vida Nueva