JOSÉ LUIS LASO. Correo electrónico | Estimado director: en la publicación del 27 de julio se dedica un artículo a la persecución de los cristianos en distintos ambientes. No es de extrañar la persecución donde somos una minoría. Es común en la especie humana perseguir al diferente.
Lo mas llamativo es que esa persecución se haya dado y mantenido en países tradicionalmente cristianos como España. Pero España no es depositario, ni el único de este “privilegio”.
En nuestra América, en muchos países se da un tipo de persecución especial o segregación, que se registra dentro de la Iglesia católica por la condición de “divorciados vueltos a casar”.
En mi país, justamente, no es una posición mantenida por el Arzobispado. Pero es bastante común en algunos fieles que mantienen los calificativos de bígamos o adúlteros para personas que, por un fracaso humano, han asumido esta condición. Pienso que quizá sea fruto de la ignorancia. Desconocen la enseñanza del Magisterio.
Por los años 80, el papa Juan Pablo II dio a conocer la exhortación apostólica post sinodal Familiaris consortio, que en el numero 84 dice: “En unión con el Sínodo, exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza”.
O sea, que nuestra máxima autoridad no ha segregado a esta gente, no los discrimina, sino que más bien los acoge. Por eso me pregunto: ¿no es terrible ser discriminados (una forma de persecución) por miembros de la propia Iglesia, tan cristianos unos como los otros?
En el nº 2.813 de Vida Nueva.
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