¿Quién nos defiende del horror de quienes se sienten con derecho de airear el sufrimiento ajeno? ¿Quién detiene la espiral de dolor por una cuenta de resultados? Hoy El País ha roto con el principio ético de respeto. Decía Oscar Wilde que todo lugar de sufrimiento es sagrado. Para ellos hace ya tiempo que lo sagrado dejó de existir.