Domingo y legislación laboral

Mujeres-pintando-un-paisaje(Jorge Juan Fernández Sangrador– Director de la Biblioteca de Autores Cristianos) En el mes de febrero de este año, con motivo del debate suscitado por la decisión de que no se mencione el domingo en la nueva directiva comunitaria sobre la regulación del tiempo de trabajo, cinco miembros del Parlamento Europeo presentaron, en dicho organismo, una declaración escrita solicitando la protección del domingo como día no laborable, ya que, según ellos, constituye un pilar esencial del modelo social europeo y forma parte del patrimonio cultural comunitario. Y puesto que el descanso dominical es beneficioso para la salud de los trabajadores y contribuye a conciliar la vida laboral y la familiar, los parlamentarios han pedido que sea respetado en todas las legislaciones de la Unión. La Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), la Iglesia Protestante de Alemania (EKD) y la Iglesia de Inglaterra han aplaudido esta iniciativa, a la que se han sumado diputados de diferentes partidos políticos, numerosos sindicatos y las asociaciones que luchan en pro de la salvaguarda del domingo.

Acción y libertad

Jorge Juan Fdez SangradorLos defensores del domingo aducen que el hecho de haber conseguido, a comienzos del siglo XX, que fuese, por ley, el día de descanso para los trabajadores, constituye un hito en la historia de los logros sociales contemporáneos, equiparable al derecho al voto de las mujeres o al de los niños a no ser explotados. Y seguramente es así. Mas el valor social del descanso dominical, al igual que el sabático, será apreciado en sus justas dimensiones si ello se hace desde una adecuada teología de la acción. En el Génesis se lee que Dios descansó cuando concluyó toda su obra (2,2). Y es que, antes de reposar, hay que haber terminado la labor, que no queda pospuesta al primer día hábil después del shabbat o del domingo, sino, en la medida de lo posible, acabada. El ocio no es una suspensión momentánea de la producción, sino el deleite por haber participado de una manera cualificada y eficaz en el dinamismo creador iniciado, sostenido y llevado a plenitud por Dios. Y haberlo hecho en condiciones de libertad. Para Israel, al que Dios rescató de la esclavitud en Egipto, el shabbat era el día de la semana en que, evocando tal hazaña, ni se trabajaba ni existía servidumbre alguna. Así también, para el cristianismo, el domingo es el día de la verdadera Pascua, en la que todos, y también la creación, han sido liberados por Cristo para no dejar de ser libres ya nunca jamás. El domingo no es, por tanto, un receso en el trabajo, sino un día señalado que responde a una idea de acción y de libertad. Y también motor de progreso social.

¿Igualar o difuminar?

Dada la amplia difusión del cristianismo, el domingo, y no el sábado, ha sido declarado día de reposo semanal en la mayoría de los países. Para los musulmanes, en cambio, el viernes, antes que jornada de descanso, es día de oración. Ahora bien, en el hecho de eliminar el término domingo y dejar de reconocer su estatuto multisecular como día de descanso semanal en Europa, pensando así que las diferentes confesiones religiosas quedan equiparadas y ninguna prevalece sobre otra, late el propósito de difuminarlas a todas. ¿De qué manera? Haciendo desaparecer el calendario, que siempre ha sido tan importante para ellas. Es un intento de retorno al caos primordial. Se aspira a que no existan años, meses, días o noches, sino sólo horas y minutos yuxtapuestos, o incluso nada; que desaparezcan las unidades que permiten calibrar extensos períodos de tiempo y tener una visión amplia de la historia; que cada individuo construya, a su modo, un pequeño proyecto de vida, sin pretensiones metahistóricas o de alcance universal. El asunto tiene más fondo de lo que parece y los cristianos no salen indemnes de este forcejeo cultural. De ahí que algunas diócesis hayan fijado su atención en la revitalización y el fortalecimiento de las prácticas dominicales. E irán sumándose otras, pues el domingo, antes que una fiesta, una conquista social o un tiempo saludable, es el día del Señor. Enteramente de Él y para Él. Y, por tanto, es innegociable.

jjfernandezs@vidanueva.es

En el nº 2.673 de Vida Nueva.

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