El aborto que viene

El aborto que viene

Alberto Iniesta(Alberto Iniesta-Obispo Auxiliar emérito de Madrid) Juan Manuel de Prada, ese joven escritor que pretende ser un intelectual moderno, católico y confesante sin morir en el empeño, ha comentado y criticado recientemente unas declaraciones del ministro de Sanidad en las que parecía ponerse del lado de las clínicas abortistas, acusando de inquisidores a los denunciantes. Es que suenan de nuevo los tambores de guerra de los proabortistas, pidiendo nuevas leyes con mayores facilidades para practicar ese genocidio silencioso. La Iglesia rechaza el aborto no sólo por razones de fe, sino también por motivos científicos y de razón; porque hoy se conoce mejor que nunca el proceso del feto en cualquier etapa de su evolución.

Hace ya varios años, un amigo mío tuvo en su matrimonio un hijo de cinco meses, al que los mismos médicos daban pocas esperanzas de vida. Pero con incubadora y atenciones salió adelante, mientras que en las clínicas abortistas se han encontrado fetos muertos hasta de siete meses. Y no deja de ser bien lamentable que se practiquen tantos abortos, mientras la gente busca adoptar niños en países lejanos, con grandes gastos y dificultades, siendo así que fácilmente se podrían adoptar aquí aquellos a los que sus madres o su ambiente familiar no puedan o no quieran acoger.

Hubo tiempos en los que grandes filósofos como Platón o Aristóteles veían la esclavitud como algo natural y legítimo, mientras que hoy nos parece intolerable e inhumano. ¡Quién sabe si algún día la sociedad cambie también en este sentido, rechazando el aborto! Entretanto, a nosotros, como cristianos, nos toca condenar siempre el aborto, pero acoger y ayudar a las mujeres que se encuentren en ese trance, de las muchas maneras como lo están haciendo tantas asociaciones cristianas: sin excluir en modo alguno la actividad política de los laicos que puedan hacerlo, y siempre y todos con las únicas armas de la razón y la palabra, el amor y la oración. Nunca con la violencia, el insulto o el desprecio.

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