El diálogo entre la jerarquía y los cristianos de base ¿es posible?

Grafico Jerarquia Bases

(Vida Nueva) “Que todos sean uno”, este deseo de Jesús, recordado por Evaristo Villar, miembro de la Coordinadora de Redes Cristianas, y Antonio Cartagena, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), nos sitúa en el tema que es objeto de análisis en la revista Vida Nueva: ¿Es posible un diálogo entre la jerarquía eclesiástica y los grupos católicos? La respuesta a esta cuestión, tanto para Villar como para Cartagena es clara: sí, pero no sin esfuerzo. Para ambos, la unidad urge a todos, pero el representante de Redes Cristianas sitúa la pelota sobre el tejado de la jerarquía, mientras que desde la CEAS se pide a los laicos que ante posibles conflictos acepten “el discernimiento de los que tienen ese don y misión concedidos por la Iglesia”.

Según Evaristo Villar “no todo se arregla con oraciones y buena voluntad”, sino que “se precisa también ‘ser honestos con la realidad’ y recrear el ‘clima de confianza’ que estas cosas requieren”. Asegura que los cristianos de base –la periferia de la Iglesia- “se sienten frecuentemente desasistidos y descalificados” por la jerarquía –el centro-. Por eso, cuando habla de “ser honesto” con la realidad del catolicismo español actual se refiere a “reconocer el pluralismo reinante en las formas de pensar y de actuar ante los mismos hechos”, y cuando habla de recrear un “clima de confianza” significa hacerlo “desde el respeto, el diálogo y el reconocimiento de ‘la otra parte de la verdad’ que encierra normalmente quien se dispone a dialogar”.

Asimismo, y pese a las recientes actuaciones jerárquicas que han tenido gran repercusión mediática en nuestro país, cuando Evaristo Villar habla de división entre jerarquía y comunidades cristianas se refiere a un “conflicto de mayores dimensiones”, que afectaría a la Iglesia universal. Los intentos que hasta ahora se han realizado para acabar con este problema habrían fracasado “por falta de flexibilidad y exceso de autoritarismo”, según el miembro de la Coordinadora de Redes Cristianas.

Para Antonio Cartagena, la comunión dentro de la Iglesia “no se logra sin esfuerzo, sin sacrificio, sin una espiritualidad de comunión que significa, entre otras cosas, capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios”. Cartagena concluye su reflexión en las páginas de Vida Nueva haciendo un resumen de los principales motivos que deben inspirar la unidad dentro de la Iglesia: “Los pobres nos esperan, los hombres son el camino de la Iglesia, nos urge a la comunión el amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús”.

Ambos autores se preguntan en sus análisis si tan difícil es propiciar el diálogo entre ambas partes: “¿Estamos condenados a vivir de espaldas la jerarquía y los colectivos cristianos con discurso y praxis críticos y alternativos?”, plantea Villar. “¿No sería posible canalizar tanta vida, generosidad, entrega, para una mayor eficacia, tanto humana como evangélica para tener una actitud amorosa y samaritana más creíble y evitar el escándalo de los más débiles, que no entienden, en gentes que nos llamamos Iglesia, tanta división?, se interroga Antonio Cartagena. El tiempo nos dará las respuestas.

Más información en el nº 2592 de Vida Nueva (Enfoques, páginas 34 y 35)

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