El G-8 promete 20.000 millones de dólares para combatir el hambre

El Papa pidió a los asistentes a la cumbre que la ayuda al desarrollo se potenciara ‘precisamente’ por la crisis

cumbre-g-8(Victoria Lara) La lucha contra el hambre y el cambio climático han sido dos de los temas centrales de la cumbre de los países del G-8, celebrada bajo presidencia italiana en la ciudad de L’Aquila, entre el 8 y el 10 de julio. No en vano, entre las declaraciones más destacadas de dicho encuentro está el compromiso de los países participantes de aportar 20.000 millones de dólares, 5.000 millones más de lo esperado, a lo largo de los próximos tres años para combatir el hambre en el mundo, centrando la estrategia fundamentalmente en el desarrollo de la agricultura, el fomento del empleo y la consecución de reformas políticas. 

El objetivo es “alcanzar una seguridad alimentaria global sostenible”, para lo cual los Gobiernos y organizaciones participantes en la cumbre se comprometen a acompañar “a los países y regiones vulnerables para ayudarles a desarrollar e implementar sus propias estrategias”. Este enfoque incluye, según la declaración conjunta, una mayor productividad agrícola, el estímulo de los cultivos, el énfasis en el desarrollo del sector privado, los minifundios, las mujeres y las familias, así como la preservación de las reservas naturales, el fomento del empleo, las oportunidades de trabajo decente y el conocimiento, junto con el incremento de los flujos comerciales, además de apoyar el buen gobierno y las reformas políticas. De acuerdo con las cifras de Naciones Unidas, el número de malnutridos ya ha superado este año los 1.000 millones y puede que llegue a los 1.200 millones, invirtiendo la tendencia de declive de las últimas cuatro décadas.

Precisamente, Benedicto XVI, en una carta dirigida al presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio Berlusconi, con motivo de la cumbre, lanzaba una llamada a los Estados miembros del G-8, a los demás países representados y a los Gobiernos del mundo entero para que “la ayuda al desarrollo, sobre todo la destinada a valorar los recursos humanos, sea mantenida y potenciada, no sólo a pesar de la crisis, sino precisamente por ella, porque ésa es una de las principales vías de solución”. En el texto, el Papa abordaba los desafíos planteados por la crisis global y exhortaba a los líderes políticos mundiales a “convertir el modelo de desarrollo global” a los valores de la solidaridad y de la “caridad en la verdad”. La caridad en la verdad (Caritas in veritate) es, precisamente, el título de su nueva encíclica, que fue publicada un día antes del inicio de la cumbre en L’Aquila. 

El Pontífice advertía en su carta de que la actual crisis financiera y económica mundial ha provocado que exista un riesgo real “no sólo de que se apague la esperanza de acabar con la pobreza extrema, sino también de que caigan en la miseria poblaciones que hasta ahora gozaban de un mínimo bienestar material”. Benedicto XVI concluía que “la legitimación ética de los compromisos políticos exigirá que éstos sean contrastados con los pensamientos y las necesidades de toda la comunidad internacional”. 

Calentamiento global

En lo que se refiere al cambio climático, uno de los compromisos de los países del G-8 (incluido Estados Unidos, que se había opuesto hasta ahora a esta medida) es que el aumento de la temperatura global no deberá exceder los dos grados centígrados como máximo en 2050. Para lograr este objetivo, los Estados han decidido reducir para esa fecha sus emisiones de gases de efecto invernadero un 80% con respecto a las del año 1990. 

Este acuerdo climático no incluye, sin embargo, a los países del conocido como G-5 (México, Brasil, Sudáfrica, India y China), debido a la oposición de China e India, que aceptan el objetivo de los dos grados, pero se resisten a marcar porcentajes precisos de emisión de gases.

Los expertos ambientales aseguran que si ese límite de los dos grados centígrados se toma en serio, forzará importantes recortes en las emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Unión Europea, este reto se puede afrontar con cerca del 2,5% del Producto Interior Bruto mundial en 2050.

agricultura-en-africaPero las conclusiones de esta cita celebrada en L’Aquila no han satisfecho a todos. La organización Caritas Internationalis considera que el comunicado de la cumbre contiene “un buen número de buenas intenciones pero escasos compromisos concretos”. Para la representante de la red Caritas en esta cumbre, Joanne Green, “el G-8 ha reafirmado sus promesas de ayuda a los más pobres del mundo, pero conviene no olvidar que lo hace diciendo únicamente que ‘estamos haciendo en la actualidad lo que dijimos que haríamos hace cuatro años’ y que la cuestión crucial sigue siendo que no hay nada que confirme cómo se va a alcanzar ese objetivo”. 

Según se indica en la nota de Caritas Internationalis, aunque el G-8 ha reafirmado sus compromisos de 2005 de doblar la ayuda a África en el horizonte de 2010, “somos escépticos acerca de la validez del mismo, sobre todo si tenemos en cuenta los retrasos de Francia e Italia en el cumplimiento del compromiso anterior”. En un intento de evitar dichas demoras, el Reino Unido ha propuesto la puesta en marcha de una red de carácter contable que podría hacer público cada año lo que cada país del G-8 está haciendo en sus anteriores compromisos. “Confiamos -afirma la organización católica- que ello signifique que, en lo sucesivo, el G-8 no va a esquivar sus responsabilidades ni a romper sus promesas”.

Sobre el cambio climático, el comunicado de la cumbre muestra algunos síntomas de progreso con relación a declaraciones anteriores, pero éstos “son terriblemente lentos”, asegura la nota de Caritas. Sin embargo, lo que merece la mayor crítica es, en opinión de Green, la renuncia del G-8 a ofrecer su apoyo financiero y el acceso a la tecnología necesaria que deberían ser asumidos y aportados por ellos mismos para alcanzar los citados niveles de reducción de emisiones. 

Por otra parte, Caritas Internationalis ha hecho otra declaración sobre la cumbre conjuntamente con CIDSE, la coalición de 16 agencias católicas de desarrollo de Europa y Norteamérica, de la que Manos Unidas es el único miembro español. Estas entidades creen que no hay demasiadas esperanzas en que se cumplan los objetivos de ayuda al desarrollo, porque “los países del G-8 han suspendido sus ayudas (sobre todo Italia y Francia), poniendo la crisis como excusa. Sin embargo -denuncian-, los gastos militares mundiales se han incrementado hasta 1,4 billones de dólares en 2008 y se han dedicado 8,7 billones a rescatar a los bancos de la crisis”.

“EL DESARROLLO DEBE ESTAR ASENTADO SOBRE EL BUEN GOBIERNO”

obama-en-ghanaTras participar en la cumbre de L’Aquila y ser recibido por Benedicto XVI en el Vaticano (ver página 18), el presidente estadounidense, Barack Obama, viajó el pasado 10 de julio a Ghana, en el África subsahariana, una de las zonas receptoras de la ayuda de 20.000 millones de dólares comprometida por el G-8 para luchar contra el hambre. Esta visita se recordará por ser la primera de un presidente de EE.UU. negro al continente en el que tiene sus raíces (su familia proviene de Kenia), pero, sobre todo, por el discurso pronunciado en el Parlamento ghanés, en el que Obama aseguró que “el desarrollo debe estar asentado sobre el buen gobierno”, en referencia al futuro de África. El buen gobierno es para él “el ingrediente que se ha perdido en demasiados lugares desde hace demasiado tiempo. Es el cambio que puede cambiar el potencial de África. Y es una responsabilidad que sólo pueden asumir los africanos”.

El presidente estadounidense concluyó su viaje a Ghana con una visita al castillo de Cape Coast, una histórica fortaleza y punto clave del tráfico de esclavos intercontinental.

En el nº 2.669 de Vida Nueva.

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