(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)
“Siendo ya arzobispo de Toledo (el cardenal Sancha), a pie y con una simple sotana, bajaba con frecuencia a los barrios más pobres, tan sólo acompañado de un carromato cargado de mantas, ropa, medicinas y víveres, que repartía entre aquellas familias, manifestando su caridad”
Algunos monumentos o ciudades reciben el apelativo de la bella desconocida, como la catedral de Palencia, quizá porque no tienen la fama que merecen. Yo se lo aplicaría a la cripta de la catedral de la Almudena, de estilo románico, aunque es de finales del siglo XIX. Pero no es una mala copia a destiempo, sino una verdadera obra de arte, con sus casi quinientos capiteles labrados, todos diferentes, y que yo descubrí después de vivir bastantes años en Madrid.
Y traigo esto a colación después de haber ‘descubierto’ la figura del cardenal Sancha, con ocasión de su próxima beatificación en Toledo, en donde está enterrado y donde no faltan nunca unas sencillas y pobres flores para el padre de los pobres, como se le llamó ya desde su tiempo de secretario del Arzobispo de Santiago de Cuba, Primo Calvo, burgalés como él. Pues bien, esa cripta es fruto de la iniciativa de Sancha, cuando era obispo encargado de Madrid como auxiliar del arzobispo de Toledo, dejando así como las raíces de la futura catedral de la Almudena, que por entonces no pudo terminar.
Siendo ya arzobispo de Toledo, a pie y con una simple sotana, bajaba con frecuencia a los barrios más pobres, tan sólo acompañado de un carromato cargado de mantas, ropa, medicinas y víveres, que repartía entre aquellas familias, manifestando su caridad pastoral a la manera como la situación social -tiempos de la Rerum Novarum, de León XIII- lo permitía.
Hablando inglés y francés, viajó con frecuencia por Europa; fundador de las Hermanas de la Caridad que llevan su nombre, promovió en España la Conferencia de Metropolitanos, que más adelante, con las reformas del Vaticano II, maduraría en la Conferencia Episcopal Española. Iniciador en tantas cosas, pastor avanzado de su tiempo, creativo y sembrador de futuro, sin embargo llegó a ser en nuestro tiempo el gran desconocido que esperamos redescubrir ahora con ocasión de su próxima beatificación.
En el n º 2.653 de Vida Nueva.
