PEPE MONTALVÀ | La Escuela de Pastoral es, para el recién llegado, un auténtico y rico caleidoscopio vital y pastoral, una explosión de emociones, testimonios y expresiones que lo primero que te permiten es mantener la mirada fija más allá de tu narices y circunstancias. Y así, de esta forma, acabas descubriendo que no solo Dios vive en ti –y en mí–, sino que nos llama e interpela continuamente… También a través de tantos jóvenes que no le conocen.
No sabemos qué será de la Escuela de Pastoral en el futuro, pero creo que, hoy por hoy, constituye la más firme invitación a realizar una nueva evangelización en ámbitos juveniles y desde donde preguntarse juntos, trabajar juntos, escrutar juntos los signos de los tiempos entre nuestros jóvenes.
Una apuesta decidida por el trabajo en red de movimientos y congregaciones preocupadas por los jóvenes y cuya apuesta pastoral pasa, de forma inevitable, por trazar caminos, espacios y tiempos de encuentro con Dios, capaces de romper las inercias de un ritmo acelerado y redoblando el potencial afectivo de una relación (con el joven) que es necesario cuidar.
No sabemos qué será de la Escuela de Pastoral… Yo, lo único que puedo decir, es que ha sido el mejor regalo para este Adviento que comenzamos.
En el nº 2.827 de Vida Nueva.
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