(Joaquín L. Ortega)
“La divulgación de un libro sobre Jesucristo ha activado todas las alarmas eclesiales y lo mismo personas que instancias han puesto en solfa al autor. Al propio tiempo, un programa radiofónico en el que habitualmente se falta al respeto y a la caridad y que ha merecido una condena judicial por injurias, no ha recibido el menor reproche público, siendo precisamente la Iglesia la propietaria de la emisora”
Alguna vez he tenido la impresión de que la Iglesia cuida mucho más lo que se refiere a la fe que lo que afecta a la caridad, al amor. También me ha parecido que la Iglesia valora más lo que se escribe y se lee que lo que se dice y se escucha. O sea, que le preocupan más las plumas que los micrófonos.
Me ha confirmado últimamente en esas intuiciones el trato tan dispar que han recibido de la Iglesia un libro de Teología y un programa de radio. La divulgación de un libro sobre Jesucristo ha activado todas las alarmas eclesiales y lo mismo personas que instancias han puesto en solfa al autor. Al propio tiempo, un programa radiofónico en el que habitualmente se falta al respeto y a la caridad y que ha merecido una condena judicial por injurias, no ha recibido el menor reproche público, siendo precisamente la Iglesia la propietaria de la emisora. De esa ambigüedad parece desprenderse que las tergiversaciones del mandamiento del amor no son tan graves como los hipotéticos desvíos teológicos. O que los delitos de palabra radiofónica son más leves que los de pluma teológica. Cosa que deja en mal lugar a los evangelios y a san Pablo, por lo menos.
¿Acaso lo dicho y reiterado hasta la saciedad llega menos a las mentes y a las conciencias que lo escrito? ¿Se puede comparar, en alcance, un libro -por más best-seller que sea- con un programa puntero que lleva años en antena y que se emite a diario? ¿Desde cuándo la caridad cuenta menos que la fe? Si así se entediera hoy, yo exclamaría con Cicerón: “Ubinam gentium sumus?”. Y lo traduciría libremente así: ¿En qué Iglesia vivimos?
Más información en el nº 2.620 de Vida Nueva.
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