JESÚS SÁNCHEZ ADALID | Sacerdote y escritor
“Observo que el discurso mediático sobre la Iglesia ha dado un giro…”.
Últimamente me estoy haciendo consciente de una serie de fenómenos. Observo que el discurso mediático sobre la Iglesia ha dado un giro. Hace un año, se centraba en noticias críticas, asuntos polémicos. No se daba tregua en los medios, sacando a la luz los tristes y ásperos fondos de los abusos a menores, el mayordomo del Papa, la banca vaticana, el Vatileaks… Era fatigoso.
Ahora, los gestos de Francisco, sus palabras, su cercanía y el contenido de sus homilías son el tema de fondo de noticias más amables y de un interés por el mensaje.
Aun es pronto para apreciar qué saldrá de todo esto, pero me sorprende la manera en que se tratan con cierta soltura y hasta con empatía las cuestiones que atañen a los sacramentos, la oración…
Y en algunas personas, a las que no podríamos considerar, como suele decirse, “de Iglesia”, veo que surge aquella vieja pregunta: ¿qué sentido tiene la vida? Pregunta muy humana que anida en quienes tienen y sienten un vacío en su corazón. La sed de Dios, que es una vivencia a veces inconsciente, pero que rebrota en ocasiones.
Alguien que conocía bien a Chavela Vargas me contó que, en medio de su atormentada vida, solía decir: “Para creer hay que sentir la necesidad de creer”. Y el Eclesiastés lo expresa de manera superior: “Vanidad de vanidades”.
Sí, la gente necesita creer. Tarde o temprano, algo o alguien despierta esa carencia que solo puede llenar Cristo. El mismo Señor que dijo: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
En el nº 2.874 de Vida Nueva
