Hace seis años, Juan Pablo II recibía a Zapatero con la mano escayolada. Sonrisas y discursos de buena voluntad. El Papa se ganó al nuevo presidente. Ha llovido mucho y un Zapatero más lisiado políticamente visitará a Benedicto XVI. Se advierte más frialdad y habrá menos elogios. A Zapatero le falta pedir oraciones al Papa para que pase la tormenta.