CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
“No se preocupen ustedes, que el Espíritu del Señor dará a la Iglesia aquel que la Iglesia necesita en estos momentos…”.
Se nos pregunta con insistencia acerca del perfil que debe tener el nuevo papa. No se preocupen ustedes, que el Espíritu del Señor dará a la Iglesia aquel que la Iglesia necesita en estos momentos. Dios es siempre actual. Por otro lado, cada uno tiene sus propios criterios acerca de cómo debería ser el nuevo pontífice y qué cualidades deberían adornar a la persona que llegará a la silla de Pedro.
Como el papa, por encima de cualquier otra nota distintiva, tiene que ser el pastor de toda la Iglesia, las cualidades que deben adornarle son aquellas que se desean en las cartas apostólicas y en los escritos de los Santos Padres, y que Juan Pablo II recogiera en la exhortación apostólica postsinodal sobre el obispo como servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo.
Si obispo de Roma ha de ser, se le ha de pedir que sea elegido por Dios para ser maestro de la fe, guardar la unidad de la Iglesia y llevar la Palabra de Dios a todos los rincones del mundo. Se le exigirá santidad de vida, ser ministro de la gracia de los sacramentos, padre de los pobres y servidor de la caridad, atender al gobierno pastoral de la Iglesia y responder con su sabiduría, apoyada en la gracia de Dios, a los retos y necesidades que la situación de la humanidad puede reclamar.
¿Qué perfil es el que debe tener el próximo papa? Pero más que de ese modelo apostólico, si se quiere indagar acerca de los rasgos de la personalidad y de las condiciones del líder y mandatario, como si de una estructura meramente civil se tratara, no se habría pensado, después del pontificado de Pío XII, en Juan XXIII, ni Pablo VI hubiere sido elegido para llevar adelante el Concilio Vaticano II, ni Benedicto XVI se parecería a Juan Pablo II.
El único modelo de referencia es la voluntad del Espíritu de Dios de ofrecer, en cada momento, aquel pastor que pueda servir a la Iglesia como la Iglesia necesita ser servida.
Nunca ha de olvidarse que la Iglesia existe para evangelizar, que esta es su primera e inexcusable vocación y finalidad. Es decir, poner el mensaje de Jesucristo en medio de todas las realidades humanas. Para ello necesitará de los ministros adecuados, el primero y más importante, el papa. Siempre ministros y servidores de la Palabra, de los sacramentos y de la caridad.
Un ministerio, como ha dicho Benedicto XVI, que, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también, y en no menor grado, sufriendo y rezando. El Espíritu Santo, y en ello no tengan la menor duda, ya tiene hecho el “perfil” del nuevo papa. Y es ese Espíritu de Dios el que guía con su luz el camino que deben de seguir quienes tienen la responsabilidad de la elección del nuevo sucesor de Pedro.
En el nº 2.839 de Vida Nueva.