La basílica sufre un lavado de cara con motivo de la Expo de Zaragoza
(Juan A. Martínez) Como quien acude a un centro de estética para mejorar su imagen, la basílica del Pilar ha pasado dos años rodeada de andamios, ladrillos y sacos de cemento con el fin de estar lo más guapa posible de cara a la Exposición Internacional de Zaragoza.
Todo comenzó en 2006 gracias a un convenio de colaboración firmado por el Arzobispado zaragozano, el entonces Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de Aragón, ahora Política Territorial, Justicia e Interior, e Ibercaja, que permitió actuar sobre las fachadas Norte, Este y Oeste del templo, zonas muy deterioradas por la humedad y por el paso del tiempo. Esta intervención permitió consolidar sus estructuras, limpiarlas en profundidad y reponer los ladrillos dañados.
Asimismo, un nuevo convenio suscrito por el Ejecutivo autonómico, Caja Inmaculada, y el Arzobispado permitió completar esta restauración del exterior del Pilar con los trabajos que se realizaron en la fachada Sur, que también fue objeto de una completa limpieza.
Un programa de actuaciones muy ambicioso que ha incluido la restauración de los frescos Regyna Martyrum, pintados por Goya en una de las cúpulas del templo, y de los dos órganos. Además de recuperar las campanas de la Torre Alta, que se encontraban muy deterioradas, y que tras su rehabilitación han sido trasladadas a su ubicación original, después del cambio de lugar que sufrieron hace 35 años.
Junto a todo lo reseñado, la colaboración entre instituciones públicas y privadas ha permitido dotar a la basílica de una nueva iluminación monumental que destaca la belleza del Pilar y su calidad artística.
Un conjunto de trabajos que, una vez terminados y desmontados los andamios, permiten contemplar un templo renovado, limpio y majestuoso, que muestra su mejor imagen a los miles de turistas que, con motivo de la Expo, visitan la capital aragonesa.
Acto inaugural
La puesta de largo de la rejuvenecida basílica tuvo lugar el pasado día 11 con un acto de inauguración sencillo, pero solemne al tiempo. En él, el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, estuvo acompañado, por el Nuncio Apostólico en España, Manuel Monteiro, y diversos políticos, como el vicepresidente de Aragón, José Ángel Biel, además de cientos de zaragozanos. Durante su intervención, Ureña recordó el mandato que la Virgen realizó al apóstol Santiago en el año 40, para que construyera un templo a orillas del Ebro. También narró las vicisitudes por las que El Pilar ha pasado durante todo este tiempo. Así, tras 1.968 años de construcciones, reconstrucciones, y ataques, “Zaragoza no podía permitir que la basílica, necesitada en las últimas décadas de una restauración a fondo, siguiera en el estado en que se encontraba”, señaló el arzobispo, antes de expresar su agradecimiento, uno por uno, a todos los patrocinadores de la actual restauración.
El fin de fiesta lo puso el Himno de la Virgen del Pilar, cantado por los Infanticos, así como el encendido de la nueva iluminación, que estuvo acompañado de fuegos artificiales.
El Pilar también fue protagonista el pasado día 11 durante la presentación del tercer sello, de una colección de seis, que Correos dedica a la Expo. En él se puede ver el logotipo de la Expo y la ‘Z’ de Zaragoza, el monumento a Goya del escultor catalán Federico Marés y una panorámica de la basílica vista desde el río Ebro.