Elegir presidente después de oír al Papa. No está mal…

cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal

cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Como dicen por mi tierra, “ya se han cargado de viento”. Los obispos españoles escucharon al Papa en su visita ad limina, en el discurso de la mañana del lunes. Poco se ha parecido, por su estilo, al que Juan Pablo II pronunció en 2005, ya enfermo y poco antes de morir.

Es verdad que se nota ese estribillo, tan repetido por las “peculiares” voces españolas en Roma, que lamenta el secularismo, pero también es verdad que el texto tiene un estilo más propositivo y amable; más de oferta que de provocación; más de aliento que de aguerrida defensa, hablando más de mundanidad que de relativismo. ¡Y eso es mucho! ¡Y necesario!

Pues, “cargados de viento”, oída la voz del Papa vienen. El cardenal Rouco, listo como él solo, saludó al Papa diciendo: “El gozo del Evangelio que, como Vicario de Cristo, enseñáis, testimoniáis e irradiáis, queremos hacerlo nuestro para la hora actual, tan exigente, de España”.

Ya vemos: enseñáis, testimoniáis e irradiáis. No está mal oírlo en boca del cardenal madrileño. De Roma vendrán los prelados diciendo:“Oído cocina”, dispuestos a elegir a un nuevo equipo de gobierno en la Conferencia Episcopal la semana que viene, durante la Asamblea Plenaria.

Y habrá un nuevo presidente, agotado ya el récord de cuatro presidencias del cardenal Rouco. Buscarán un nuevo perfil para una nueva etapa, sin miedos ni hipotecas, fortaleciendo la comunión y haciendo de la casa de Añastro un auténtico taller de trabajo. Un nuevo perfil que han de buscarlo los obispos mismos, sin perder tiempo en guerras contra “el enemigo laicista”, sino con un talante acorde, fiel y sereno.

Comienza una nueva etapa en la que el juicio
sobre la anterior habrá que hacerlo
desde la perspectiva del tiempo eclesial,
pero con decidida voluntad, sin añoranzas,
sabiendo que no hay que tener miedo a los cambios de estilo.

Ese perfil de nuevo presidente, de nuevo Ejecutivo y –muy importante, no lo olvidemos– de nuevos presidentes de las diversas comisiones, debe estar marcado por la pasión evangelizadora aquí y ahora.

Una nueva etapa en la que el juicio sobre la anterior habrá que hacerlo desde la perspectiva del tiempo eclesial, pero con decidida voluntad, sin añoranzas, sabiendo que no hay que tener miedo a los cambios de estilo.

El Papa les ha dicho: “Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, (…) os será de gran ayuda la colaboración franca y fraterna en el seno de la Conferencia Episcopal, así como el apoyo recíproco y solícito en la búsqueda de las formas más adecuadas de actuar”. Formas más adecuadas… y sin “bloquear ni estigmatizar”. Nuevas formas que, como también les ha dicho, se deben armonizar “en el conjunto de la viña del Señor, de la que nadie puede quedar excluido”. Y de exclusiones, persecuciones y altaneros vicios, ya íbamos sobrados.

Y el nombre de Teresa de Jesús sonó: “No son buenos los extremos aunque sea en la virtud”. En España siempre fuimos más papistas que el papa. Hora es de hacerle caso y confiar en el sano y libre ejercicio del voto de los obispos la próxima semana.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.885 de Vida Nueva.

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