Recientemente, el sacerdote irlandés Shay Cullen recibía en Barcelona el Premio Internacional de la Solidaridad. Este galardón, creado en 2005 para reconocer la abnegada labor de personas relacionadas con el ámbito de la infancia o la maternidad, ha querido premiar en esta ocasión toda una vida dedicada a proteger a los niños y niñas que son víctimas de abusos sexuales en prostíbulos y clubes filipinos. Candidato por dos veces al Nobel de la Paz, Cullen no sólo encarna la lucha generosa contra de una de las mayores lacras de nuestro mundo, sino que representa también una buena noticia para la Iglesia de su país, ensombrecida por las denuncias de pedofilia entre su clero.
En el nº 2.632 de Vida Nueva.