Directora del ‘Centro Loyola’ de Alicante
(M. Á. Malavia) En su centro acaban de organizar un seminario sobre la figura del laico cristiano. ¿Cómo es hoy el papel de laico en el seno de la Iglesia? Ahora es mucho más significativo que antes. Ya no somos ayudantes de los consagrados, sino que somos colaboradores directos. El trato ya es de tú a tú. Yo misma soy la primera directora en un centro de jesuitas en España, siendo ya laicas la mayoría de personas que colaboramos aquí.
El cambio llegó con el Vaticano II… Completamente. Aún hay reticencias en ciertos sectores, pero por mi experiencia sé que, en general, para jugar un papel protagonista en el seno de la Iglesia sólo hay que querer comprometerse.
¿Y cómo ve el caso del juez Dívar, al que algunos pusieron trabas para presidir el CGPJ simplemente por ser un laico comprometido en su fe? La fe nunca es un impedimento para nada. Quien así lo percibe es porque se queda en lo superficial, no comprendiendo qué significa el ser creyente. A mí mis convicciones religiosas no me condicionan; al contrario, me ayudan a ser coherente con lo que defiendo.
En el nº 2.630 de Vida Nueva.