España ante el 2010

Zapatero-UE(Norberto Alcover, SJ- Escritor y periodista)

Preámbulo desconcertado

Al socialismo español y a su Gobierno, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, se le ha aparecido la Virgen con la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), cuando comienza a aplicarse el Tratado de Lisboa, que esperemos provoque la definitiva maduración del continente envejecido. Pero, a la vez, nos preguntamos si la situación interna de España es la más oportuna para pisar fuerte en un foro donde se enfrentan tantas pasiones, contando además con las presidencias de Durão Barroso, Van Rompuy y Catherine Ashton al frente de los grandes foros europeos. Podremos comprobar su talla auténtica cuando se encuentre a la mesa de las grandes decisiones y con los auténticos líderes actuales: Sarkozy, Merkel y, según las elecciones, Brown o Cameron. Si nos mantenemos sobre el búfalo, será un paso excelente para situarse ante las generales españolas de 2012, pero si nuestro presidente no logra los triunfos esperados, mal, muy mal, porque sus adversarios lo molerán a palos.

Cuestiones nucleares

1. Pasar de la recesión a la creación de riqueza en España, intentando, a su vez, recuperar el empleo. Si no, nos encontraríamos en una línea económicamente ascendente pero con una bolsa de parados insoportable. Los sindicatos no podrían contener por más tiempo el malestar social. Ya no valdría demonizar al empresariado, porque la ira se desataría contra el Gobierno, víctima de sus cataplasmas coyunturalistas de utilidad táctica. Es el problema más serio, porque los índices pintan bastos: falta crédito bancario para que la pequeña y mediana empresa recupere su capacidad de creación de empleo y de movilidad dineraria. Es la clave.

2. La cuestión catalana, que a estas alturas no debería quitarnos el sueño, pende del hilo del Tribunal Constitucional, paralizado por un pánico atroz a cualquier sentencia: o Cataluña se nos escapará como parte de España, o entrará en una crisis radical frente al resto de los españoles. Además, según el dictamen frente al Estatut, funcionando ya en territorio catalán (el colmo de las contradicciones), así reaccionarán las demás Comunidades. Haríamos bien en comprender el tremendo error de Zapatero en la anterior legislatura. Ha jugado con Frankenstein y el monstruo se le ha ido de las manos.

3. El terrorismo permanecerá, golpeado pero permanecerá, y llevará a cabo alguna acción durísima, como el IRA en sus últimos coletazos. A no ser que el maquiavélico Rubalcaba consiga urdir algún alto el fuego que inicie una etapa esperanzada. Pero una cosa es ETA y otra sus grupúsculos, que pueden seguir activos. En todo caso, es un universo complejo y claroscuro del que apenas tenemos noticia fiable. Cualquier cosa puede suceder. De momento, el pacto PSOE-PP en el ­País Vasco nos está demostrando la posibilidad de aislar social y políticamente a sus secuaces. Un gran avance que pone ante las cuerdas al mismísimo PNV.

4. La cuestión educativa, tanto por un posible pacto entre PP y PSOE como por la definitiva implantación del Espacio Bolonia, capaz de crear un neouniversitario tan especializado que desconozca las más elementales reglas humanistas de la cultura y la vida. Hemos decidido mandar a paseo el concepto europeo de universitas para ponernos a la cola del modelo estadounidense, cuando éste clama por recuperar sus márgenes de formación humanística. Las empresas han impuesto su ley de empleabilidad sobre la formación humana de las personas. A esto se le llama capitalismo puro y duro.

5. Conseguido un aborto casi libre, máximo referente de un montón de leyes sobre costumbres morales en función de una permisividad tan sutilmente elaborada, esperamos con atención la reforma de la Ley sobre Libertad Religiosa, que seguramente este año se tramitará como punto de llegada del socialismo laicista más militante. La Iglesia deberá andarse con pies de plomo para poner sus cartas sobre la mesa, pero sin caer en la provocación, a menudo tan provechosa para sus adversarios. Un combate de ideas, sí, pero un enésimo combate callejero, en absoluto. Porque, al final, quien decide son los votos parlamentarios.

Epílogo obámico

Y en mayo, nada menos que Barack Obama, en el contexto de la Cumbre EE.UU.-UE, visitará España en carne mortal. Para entonces, no sabemos qué será de Afganistán, una guerra que hay que ganar sin excusas, pero sí que el atlético líder llegará a Moncloa como si una tempestad de optimismo nos invadiera, para acabar preguntando a nuestro fascinado presidente qué tal se lleva con Mariano Rajoy, ese hombre gris del que tan bien le han hablado en Washington. Nada digamos si, para entonces, el leonés de hierro va perdiendo la batalla europea. Porque el mítico Obama es, además, un pragmático de aúpa, y no le gusta salir en la foto con perdedores. Veremos.

nalcover@vidanueva.es

En el nº 2.690 de Vida Nueva.

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