En la Universidad Católica de Murcia ha tenido que intervenir el Vaticano eximiéndola de la jurisdicción canónica del obispo diocesano. La Secretaría de Estado reconoce su identidad católica y la vocación laical que la fundó, dejando bajo la atenta mirada de la Nunciatura su carácter católico, toda vez que no ha habido entendimiento entre el fundador, José Luis Mendoza, y el obispo diocesano, Juan Antonio Reig. El problema queda zanjado. Cuando la Iglesia busca definir su lugar en el mundo universitario, no se puede ofrecer un espectáculo tan ridículo entre dos hombres de Iglesia que hicieron de la UCAM causa común, aunque ahora disientan. Todos pierden: universidad, ciudad, Iglesia diocesana… Los proyectos, cuando se concentran en personalismos, están al socaire de filias y fobias personales. La vida diocesana de Murcia es mucho más rica. Sus laicos, sacerdotes y religiosos están hartos y piden pronta solución.
En el nº 2.650 de Vida Nueva.
