(Dolores Aleixandre, rscj) Me envía José Luis Corzo las notas de su visita en Sotto il Monte a ese joven arzobispo de 95 años, monseñor Loris Capovilla, que fue secretario de Juan XXIII. De sus palabras, que rezuman libertad y frescura evangélica, elijo éstas: “¡Nos queda tanto para ser cristianos!… Tantum aurora est. No es más que el alba del cristianismo. Estamos empezando…”. Me llena de esperanza contemplar a la Iglesia como una joven discípula que está aún iniciándose en el seguimiento de su Señor.
Al fin y al cabo, “dos mil años en Su presencia son como un ayer que pasó”, y a una novicia, aún inexperta y sin haber tenido tiempo para acostumbrarse al Evangelio, se le disculpan casi todos los errores. Ya irá adquiriendo esa madurez grave que dan el amor y los años, y llegará el momento en que, al ver a su Maestro quitándose el manto y ciñéndose la toalla para lavar los pies de los suyos, también ella se levantará y se arrodillará a su lado, al fin despojada y libre de todo lo que la distancia de él.
Quizá si nos decidimos a apropiarnos en esta Pascua, aunque sea torpemente, de alguno de los gestos de Jesús, adelantemos entre todos ese tiempo en que llegaremos a ser lo que no somos todavía.
En el nº 2.656 de Vida Nueva.