Evangelización y supervivencia

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de SevillaCARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“No se trata de números ni de cantidades, sino de fidelidad al Evangelio de Jesucristo…”.

Algunos han querido ver este gran proyecto de la nueva evangelización como si de un último cartucho se tratara antes de la desaparición de la Iglesia, al menos como grupo con alguna relevancia social. Se aducen números y estadísticas y se pronostican los peores resultados para los creyentes, especialmente los católicos, a los que se ve reducidos a unos grupúsculos, como restos de un pasado que ya no tiene relevancia en el presente.

Nada más lejos de la realidad –y de las intenciones de Benedicto XVI– al impulsar este gran programa pastoral que es la nueva evangelización. Y si de estadísticas se trata, la Iglesia católica está aumentando en el número de personas que llegan para engrosar las filas de esta comunidad fundada por Jesucristo.

Pero no se trata de números ni de cantidades, sino de fidelidad al Evangelio de Jesucristo, no simplemente cumpliendo con los preceptos a los que obliga esta confesión de fe, sino también viviéndola con auténtica alegría cristiana y dando, de esta manera, testimonio de la razón fundamental de nuestro gozo: Cristo vive y nos acompaña.

Cuando la Iglesia recuerda el atrio de los gentiles, tiene en cuenta que ese patio es solamente una sala de espera, no un lugar para permanecer de manera indefinida. La Iglesia no quiere imponer a nadie su propia fe, pero tiende la mano y abre las puertas para todo aquel que quiera llegar a nuestra casa.

Si se emprende esta obra apostólica que es la nueva evangelización, no es con actitud de cruzada e imposición forzosa, sino de proclamación de la libertad personal de poder elegir y confirmarse la fe recibida. Ni la Iglesia a lo largo del tiempo ha cumplido mal su papel, ni quiere cambiar el Evangelio con el equivocado pretexto de que haciéndolo más benevolente y facilón se pudieran captar nuevos adeptos. Si la Iglesia quiere renovarse, lo hace en la continuidad de la verdad.

No se puede considerar a la Iglesia como una simple organización social, sino como un sacramento de Cristo, como una señal de la voluntad salvadora de Dios para toda la humanidad. Si de la supervivencia de la Iglesia hay que hablar, con palabra de Cristo tenemos que hacerlo. Y Él nos ha prometido que estará siempre a nuestro lado.

Decía Benedicto XVI: “Por esto mismo considero que lo más importante, especialmente en una efeméride tan significativa como la actual, es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo. Pero, con el fin de que este impulso interior a la nueva evangelización no se quede solamente en un ideal, ni caiga en la confusión, es necesario que ella se apoye en una base concreta y precisa, que son los documentos del Concilio Vaticano II, en los cuales ha encontrado su expresión” (homilía en la apertura del Año de la fe, 11-10-2012).

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

ESPECIAL LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Compartir